viernes, 25 de septiembre de 2015

Escaparate

Estimados andantes del cyberespacio les dejo un enlace a Escaparate, un sitio para divulgar a autores, es de lectorcero.com
A la gente de lectorcero.com un sincero agradecimiento por incluirme.


miércoles, 16 de septiembre de 2015

Ángela

Siempre que pienso en ella la imagen de sus manos es lo que más me impacta. Manos de una mujer que trabajó lavando ropa, planchando, almidonando.
Recuerdos de mi niñez afloran y redescubro ese ambiente: una mesa, una frazada encima y la ropa blanca; la plancha de hierro con carbón adentro y una jarra con agua, y ella allí, de pié.
Hace poco vi aquella plancha y se me ocurrió pensar: ¿cuántos kilómetros habrá recorrido en ese vaivén cotidiano? Sin embargo, el lavado y planchado conlleva más trabajo: mojar la ropa, enjabonarla y dejarla sobre el pasto al sol, luego enjuagarla y finalmente dejarla tendida en la cuerda para que se seque bajo los rayos del sol y la fuerza del viento. Y después, recién después, viene esa etapa de recoger la ropa de la cuerda, plancharla y hasta almidonar.


La ropa, en los años de juventud de Ángela, debía quedar limpia, convenientemente blancas las camisas, impecables, con los cuellos firmes y prolijamente doblados.
Lo descrito hasta el párrafo anterior sólo nos ilustra brevemente una parte importante de los años de labor de esta mujer, mi abuela. Esta mujer a quien vi trabajar cuando pasaba algunos fines de semana con ella y mi abuelo. Él era un  ex combatiente, un albañil, un hombre sediento de saber que buscaba aprender de cuánto libro llegaba a sus manos.


Ángela también se ocupaba del cuidado de sus hijos -de las cinco mujeres y los tres varones- que debían recibir alimento, vestimenta y educación, en la medida de las posibilidades del tiempo en que les tocó vivir, en el Paraguay de la Guerra con Bolivia, la Guerra del Chaco, del año 32 al 35 del siglo XX, la Guerra Civil de 1947 y los tiempos que siguieron.
Fue muy lindo ver, hace muy poco tiempo atrás, como las autoridades paraguayas recordaron y homenajearon a los hombres y mujeres que, de un modo u otro, participaron de esas instancias y que colaboraron con los veteranos de guerra. Ella, con orgullo, mostraba esos testimonios de reconocimiento encuadrados y sujetos a la pared.
Ángela fue testigo y víctima de la Guerra Civil de 1947, una guerra entre conciudadanos, entre personas cercanas, entre familiares que tenían, simplemente, una visión diferente de cómo llevar los destinos de la nación, de cómo organizar las cosas públicas.  
Esta mujer, con su carácter forjado en medio de tantas luchas, fue también una luchadora, como tantas otras mujeres de esa zona de frontera entre Paraguay y Argentina. Esa zona que habitó con parte de su familia a un lado del río Paraguay y con parte en la otra orilla. Lucha que llevó adelante con sus manos: lavando en una y otra orilla de la corriente del Río Paraguay. Ese río rojizo, "quibebé", como la cabellera de esta mujer en sus años de juventud. Río caudaloso por donde circularon y circulan bienes y personas. En ese río ella lavó la ropa, pero también en él depositó su esperanza de un futuro mejor, y por ello lo recorrió, río abajo, en busca de su destino.
Pedro Buda
2015     
*Simple y sincero homenaje a una mujer luchadora. 

lunes, 31 de agosto de 2015

Galería a cielo abierto - Dique Mahuá

En esta entrada quiero mostrarles, estimados cybernautas, trabajos artísticos en la rambla montevideana, precisamente sobre los muros del dique Mahuá. Son parte de las obras que embellecen la  Plaza Argentina.












Artistas




martes, 18 de agosto de 2015

CAZADORES MOTORIZADOS

Hoy me sorprendió ver un asalto, una modalidad de ataque que me hizo pensar en una jauría. 

Delincuentes motorizados rodean el auto, que está detenido en un semáforo. Abren las puertas y el factor sorpresa hace que no atines a poder hacer nada. Todo ocurre tan rápido que casi nadie se percata de lo que pasa. Cada uno está inmerso en el cambio de luces del semáforo, en los otros vehículos, y, nunca esperas que alguien baje de una moto y te abra la puerta. La rapidez hace que cuando alguien percibe lo que realmente está pasando, los tipos levantan vuelo y se pierden.
   Es después, cuando al fin de tanto cavilar, que te das cuenta que estas acciones cotidianas son, para el señor ministro, una cuestión de números estadísticos, o; para la señora ministra, una sensación; pero para ti, es la triste situación entre la vida y la muerte, entre salir a dar un paseo el fin de semana o quedarte "encerrado" en tu casa, por miedo a la inseguridad; entre creer que eres libre o darte cuenta que eres prisionero en la propia ciudad. Prisionero, rehén  de delincuentes...
   Modalidad semejante vi hace poco en un video captado por un transeúnte, en el mismo centro de Montevideo. Y todo sigue a pesar de las cámaras, del equipamiento sofisticado. A veces parece que la puja en el juego de policías y ladrones, las ganan los segundos.
   La sincronización del ataque me sugiere, claramente, una acción muy bien coordinada. Hay una estrategia, un accionar cuidadoso. Primero se escuchó el rugir de las motos –como para impactar, confundir, atemorizar- luego la acción fugaz, rápida y luego la huida. Tan rápido, que no todos los que estaban esperando el cambio de luces se percataron o lo hicieron al mismo tiempo.
   De lo único que estoy seguro es que, antes de ponerse en movimiento en un vehículo, habrá que tener la puerta bien cerrada. ¿Será suficiente? ¿Y si es una moto en lo que te trasladas?
   Un taxista me contaba, días atrás, cómo había sido asaltado en varias oportunidades con trucos que te obligan a detenerte y me dijo: "La próxima no freno, no freno". El problema es que –le dije- si lo pisas vas preso vos, si te defiendes y disparas un arma, igual. Conclusión: somos rehenes, prisioneros en la propia ciudad, aunque siempre habrá quien saque estadísticas para mostrar el limbo en el que vivimos, comparados con...  

*Esta entrada no será acompañada con ninguna imagen. Cualquiera es capaz de imaginar, aunque sea un poco, lo vivido por las persona a bordo del vehículo que asaltaron en un semáforo. Circundado por otros tantos vehículos y sus ocupantes, y por estos delincuentes acorralando las puertas de su auto, a sus ocupantes shockeados, sorprendidos, sin respuesta.

 **Esto no es un cuento. Lamentablemente es no ficción, es en parte una crónica, y un poco de una reflexión compartida. 

jueves, 16 de julio de 2015

EL PELO MISTERIOSO

*Este texto fue creado a instancia de la propuesta de dos chicos de primaria, alumnos en mi lugar de trabajo. Gracias Mateo y Emiliano.

Una noche don Rodrigo, tras regresar de su trabajo, se paró frente al espejo y notó que su barba estaba crecida. Se miró un par de minutos y se dijo: "Está bien. Es cómodo y me abriga. Dejaré que la barba siga creciendo". El cansancio esa noche lo venció y se durmió, sin darse cuenta, mirando la televisión.
Temprano, a la mañana siguiente,  se escuchó al gallo anunciar la salida del sol. Era tiempo de levantarse, arreglarse y desayunar para ir a trabajar. Parado frente al espejo, en el baño, don Rodrigo quedó pensativo. Dudó un instante. Estaba muy seguro que en la noche tenía la barba crecida; sin embargo, ahora no existía rastro de ella. Se fregó los ojos y se dirigió hacia su dormitorio. Sobre la mesita de luz, del lado derecho, junto a un libro y dentro de un recipiente como un plato hondo, había pelos de barba. Su barba. ¡No podía ser! Era muy extraño.
Don Rodrigo, pensativo, se fue a trabajar.
Finalizada su jornada de trabajo don Rodrigo volvió al hogar. Hizo lo de costumbre y nuevamente se quedó dormido mientras miraba un programa televisivo. Cuando despertó en la madrugada se tocó la cara y su barba estaba allí. Pero le faltaban los cabellos en la cabeza.
̶  ¡No puede ser! ¡No puede ser! Esto no está pasando. Cerró los ojos y dio vueltas en su cama buscando una explicación. Pero nada tenía sentido. Volvió a dormirse.
Al siguiente día, al levantarse, no se miró al espejo. Se vistió y salió corriendo a trabajar. En todo momento evitó los espejos, los vidrios, cualquier superficie que le devolviera la imagen de su rostro. Al llegar a su lugar de trabajo, sus compañeros no pudieron evitar expresarse... "¿Qué te pasó? ¿hiciste una promesa? ¿Por qué te pelaste?" –le preguntaron. No supo qué decir, él no lograba entender lo que sucedía.
Pocos días después, justo un segundo después de  levantarse, de un brinco de la cama, fue corriendo a mirarse al espejo del baño. Su sorpresa fue grande. Una sonrisa amplia estaba dibujada en su rostro. Y sin embargo, volvería a tener problemas para explicar, cómo sus cabellos, al igual que  su barba estaban tan crecidos. El espejo le devolvía la imagen con barba y cabellos que conocía.  Se sintió feliz... Pero confuso.
Pedro Buda
                                                                                                                                                     2015         
Don Rodrigo frente al espejo

jueves, 2 de julio de 2015

Cuento: La Gallega




El relato que les dejo seguidamente me llegó por vía de don Prudencio. Él es un hombre mayor, que aparenta más edad -por lo profuso de su cabellera encanecida.  Es un tipo activo, tranquilo y de actitud muy respetuosa siempre. Posee un uso cuidadoso de sus palabras, como haciendo honor al nombre con el que fue bautizado.
̶̶ Sabiendo que usted escribe - me dijo un día mientras se acercaba a la ventanilla donde atiendo al público, en la galería de tiendas donde paso mis ocho horas cumpliendo con el perfil de la población económicamente activa-  es que deseo contarle algo un tanto jocoso, según mi manera de ver. Usted sabrá qué hacer con eso.
̶ ¿ De qué se trata don Prudencio?  
̶ Mire, don Roque, es que en las oficinas donde trabajo, somos muchos. Y para controlar el horario de las entradas y salidas de cada quien, incorporaron una maquinita parlante.
̶ ¿Maquinita parlante? Cuénteme... ¿de qué diablos habla usted?
̶ Sí, sabía que le iba a interesar. Mire, la máquina está diseñada para reconocer las huellas dactilares de los empleados. Y entonces, a partir de allí, es que registra, "la maquinita parlante", las entradas y salidas del personal. Pero... la cosa es que no siempre funciona bien. Y además habla.
̶ ¿Habla? Bueno, bueno. ¡Qué adelanto tecnológico!
̶ Sí, mire. No se ría. <<Está programada –dicen los técnicos que la instalaron- para que ante el reconocimiento o no de la huella emita una expresión pregrabada>>.  La emisión sonora que se oye es de una voz de mujer con acento, claramente, de española. Como si no hubiera criollas para estos menesteres.
̶ Bueno, pero es como las que hay en distintas partes, como en los aparatos que ahora tienen los taxímetros, esas guías satelitales. ¿Pero, por qué es esta particular?
̶ A eso voy, a eso voy.  Quizás en el hecho de oír esa voz humana, uno identifica a la maquinita parlante no como tal, sino como a una persona. Y por ello, cuando las personas hacen uso del aparato le contestan.
̶ ¿Le contestan?
̶ Sí... Aunque no lo crea. Cuando no reconoce la huella de alguien emite una frase: "Lo siento, marque nuevamente" Y ahí, justo en ese momento, los empleados empiezan a proferir todo género de locuaces insultos. Que gallega esto, gallega lo otro, y van aplicando el dedo sobre la iluminada en verde superficie, cada vez con mayor ahínco, con más vehemencia. Y a cada prueba con error de verificación sucede el mismo discursito, una y otra vez, mientras pasan los segundos que parecen eternos. Imagínese que eso se repite en casi todos los empleados, por lo que en determinados momentos, en las horas de entradas o salidas, en las que suelen coincidir unos cuantos, conlleva a la formación de una fila donde los que esperan su turno empiezan a levantar temperatura, incluso antes de colocar su superficie dactilar sobre la iluminada verdosa zona de la máquina parlante.   
Cuando finalmente la huella es identificada, la máquina deja escapar un... "Gracias".
̶ Interesante...
̶ Interesante es el cúmulo de cosas que le responden a la máquina, tales como: "Gracias gallega"; "que te garúe finito"; "hasta la vista nena" o simplemente "maldita pe...".
̶ Entonces, se divierten gratis...
̶ ¡Qué va! Pero más de uno, después de varios intentos y parados enfrente levantan una mano, como para darle una bofetada, cual si fuera una humana presencia.
Lo interesante entonces –según contó don Prudencio- es el rato que se pasan maldiciendo a la máquina, a la cual llaman "La gallega".
Pedro Buda
2015
*Aclaración: Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. 

lunes, 15 de junio de 2015

El libro y los nuevos mundos

   En esta entrada quiero contar sobre la importancia que tuvo el libro en mi vida. Muchas cosas que aprendí solo por leer aquellas enormes enciclopedias que recibí en mi niñez. Ampliaban mi mundo, al que apenas había llegado la televisión, recién a mis 8 años.
  Conocer sobre las aventuras de los "Tigres de Malacia"- escrito por E. Salgari- fue permitirme soñar con un universo muy lejano a mi realidad donde el río y sus zonas aledañas era lo más parecido.  Y siguieron otras pocas del estilo, pero un montón de otras lecturas que tenían que ver con la novela, con las novelas policiales y de espionaje, de moda en ese tiempo de mi adolescencia. Y siguieron tantos otros que compartíamos con mis padres la lectura y el comentario. Muchas veces, un mismo libro estaba marcado en tres partes pues el mismo libro lo leíamos, mis padres y yo, pues mi hermana era muy pequeña aún. Así en conjunto descubríamos nuevos mundos.
  Cuando viví en tierras correntinas la lectura eran solo las de las materias que cursaba, recién al pisar tierras charrúas viví al género de ficción. Y ahí las bibliotecas de los barrios, la biblioteca de la institución donde trabajo y la personal del director me brindaron mucho más del mundo que estaba ahí. Así... filosofía, historia, psicología se fue colando en mis dendritas y crearon o abonaron la tierra que permite crear esos nuevos mundos que surgen, cada tanto, en formas de cuentos o novelas. De estas últimas, la mayoría inacabadas, pero en proceso de creación.
  Por ello, creo que el libro me dio mucho más de lo que puedo darme cuenta. Hoy dicen que la gente lee menos, pero existen los libros electrónicos y la maravillosa posibilidad de conseguir libros usados o que buena gente te regala. En mi caso debo agradecer a muchas personas, que en distintos momentos, me regalaron textos, libros de cuentos -que saben son mis favoritos. Hace muy poco volvió a suceder y recibí un conjunto de libros usados en muy buen estado que permite ampliar mi horizonte, conociendo a escritores japoneses, de otras tierras lejanas y aún cercanas, pero que puedo acceder por esa vía.
  Entonces, simplemente, gracias al libro, a quienes me permitieron sentir ese gusto por la lectura, simplemente leyendo, sin decir nada, aportando ese ejemplo. 

De estas lecturas surgieron, con el paso del tiempo, estos nuevos mundos que adquieren forma de cuentos...


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