Esta página, dentro del blog, será para compartir con los cibernautas reseñas de libros de otros autores. Ellos forman parte, como yo, de la Red Social Falsaria
Se inaugura hoy este espacio a partir del cual intento colaborar con otros autores, y la red, como tantos otros cibernautas, otras personas, escritores y lectores, que me permiten difundir mis textos. De lo anterior doy cuenta en la página de este mismo blog: Nuevos caminos de mis huellas
Con frecuencia semanal irán apareciendo estos comentarios.
"Las reseñas son, en todo su contenido, responsabilidad de la Red Social Falsaria".
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La Puerta, de Ernesto Cobo García
La literatura de terror nunca fue el género preferido de los escritores españoles, algo que, por suerte para os amantes de la literatura de terror (en sus distintas vertientes: terror-ciencia-ficción, terror-thriller, terror-sobrenatural, etc.) ha ido cambiando progresivamente con nuevas generaciones de escritores hispano-parlantes que aderezaron el clásico género de H. P.Lovecraft o Stephen King con imágenes e idiosincrasias propias. La conclusión es un sincretismo literario
que eleva a una nueva categoría la literatura creada en el mundo latino.
La literatura de terror nunca fue el género preferido de los escritores españoles, algo que, por suerte para os amantes de la literatura de terror (en sus distintas vertientes: terror-ciencia-ficción, terror-thriller, terror-sobrenatural, etc.) ha ido cambiando progresivamente con nuevas generaciones de escritores hispano-parlantes que aderezaron el clásico género de H. P.Lovecraft o Stephen King con imágenes e idiosincrasias propias. La conclusión es un sincretismo literario
que eleva a una nueva categoría la literatura creada en el mundo latino.
De este crecimiento y esfuerzo por conseguir difusión
y masividad, nace el Nocte, una suerte de Asociación Española de Escritores de
Terror, conformada por grandes talentos como Víctor Conde, Emilio Bueso y, por
fuera y de modo más reciente, escritores como Javier Haro Herraiz.
En este grupo es imprescindible sumar un nuevo
escritor perteneciente a la misma «generación del terror», cuya novela, La
puerta, valga la redundancia, ha entrado por La puerta grande de la literatura
de terror rompiendo todos los esquemas esperables del género. Su nombre es
Ernesto Cobo García y, pese a ser su primera novela, habrá que tomarlo en
serio.
Ante todo, La puerta, es una novela contundente,
edificada a través de la voz de la periodista Joanna Leire —muy creíble—, una
suerte de «narradora presencial» que guía al lector y lo sumerge en una
historia sólida, bien estructurada, cuyo final está a la altura de la intriga
que generan sus 432 páginas.
Es un acierto del escritor dotar a la historia de una
suerte de subtrama, en clave thriller, que eleva el clima de terror psicológico
con acertados cliffhangers,
que hacen imposible dejarla de leer.
En el comienzo, la aparición de los cuerpos sin vida
de una misma familia crea en los habitantes de una pequeña ciudad una reacción
inusual, hipnótica y de la que nadie guardará recuerdo alguno. En este sentido
será, justamente, la periodista Joanna Leire la encargada de cubrir la noticia
y, tras revivir gracias a una grabación de vídeo los sucesos acaecidos aquella
noche, iniciará una investigación que la conducirá a un misterio cuyo desenlace
se antojará cada vez más oscuro.
Tan sólo una persona, Marcos, es consciente de los
sucesos acaecidos y, presa de terribles pesadillas, sufrirá una siniestra
transformación que lo llevará a convertirse en la pieza clave de un macabro
plan. Un plan que atrapará a todos los personajes, uniéndolos a través de un
hilo invisible y cuyas terroríficas secuelas serán irreversibles.
Para los amantes de la —buena— literatura de terror, La puerta, de Ernesto Cobo García,
se antoja como imprescindible, un hallazgo a la altura de los grandes clásicos
del género.
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La Editorial Falsaria, en su breve
tiempo de vida, ha puesto más de 10 títulos en el mercado dando a conocer, en
general, primeras obras de autores de gran talento.
A mediado de diciembre de 2013 sale a la luz Después de la tormenta,
del joven escritor malagueño David Bailón siendo aceptada por la crítica y
el público en general.
En este sentido, Bailón interpela al lector a través de una pregunta: ¿Qué
ocurriría si, en uno de esos mundos posibles, se nos plantease otro resultado
distinto al conflicto bélico más importante que asoló España durante la primera
mitad del siglo XX? Responder ese interrogante, con la mayor naturalidad y muy
buen resultado, es lo que intenta develar Después de la tormenta.
En un tiempo indeterminado tras la contienda, son los republicanos quienes
ganaron la guerra y quienes imponen sus normas. Y David Bailón presenta esta
nueva realidad de una forma coherente y bien construida y dejando que sea la
propia historia la que fluya.
La acción, que
transcurre en una pequeña población andaluza, está cargada de la atmósfera, las
maneras y los personajes que conducirán al lector por el ambiente de la época.
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Historia Estúpida de la Literatura, Enrique Gallud
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Invierno humano, de Kiko Labiano
“Una de las cosas más innegablemente placenteras es
descubrir o asomarse a la vida del otro
y si ese otro es
uno de los grandes escritores españoles del siglo XX, capaz de arrancarte una
carcajada y una lágrima al mismo tiempo, el morbo se convierte en arte.
No es precisamente eso lo que busca Enrique Gallud Jardiel con la publicación de Jardiel. La risa inteligente, una nueva, pero más completa, aproximación de la vida del escritor cómico Jardiel Poncela.
Naturalmente, no es lo primero que se escribe sobre Jardiel Poncela (ni será lo último) pero sí es cierto que hay algo fundacional en este libro difícil de catalogar, un antes y un después en la vida del controvertido, multifacético y talentoso escritor madrileño. En Jardiel. La risa inteligente (Editorial Doce Robles), Enrique Gallud no se propone una mera biografía, una hipérbole de su obra y de su figura, sino que va más allá: ha llenado, curiosamente, la obra con una gran cantidad de citas originales del propio Jardiel, que funcionan como una especie de antología post mortem de Jardiel, muy amena y divertida.
Leer Jardiel. La risa inteligente es como leer a Jardiel, redescubrirlo con su propia voz, en este, nuestro tiempo, en que la risa también es enormemente necesaria.
Para ser profesionales, deberíamos decir que Jardiel. La risa inteligente es, en términos más o menos estrictos, un ensayo que recoge los detalles menos conocidos de la vida de Jardiel (y su de su obra) pero ―me atrevo― esa información funciona casi como un disparador para detenerse, como si fueran estaciones de paso, en esos trabajos que iluminaron la tristeza de su época. En este sentido ―y aunque su autor no se anime a tanto― Jardiel siempre ha funcionado como la consciencia risueña de una España color ala de mosca, que avanzó hacia el futuro arrastrando algunas de las características más conservadores de una sociedad cerrada a los cambios. Jardiel, repito, fue la luz de esa sociedad, la contracara, el blanco sobre el gris, un hombre que, hasta el último momento de su vida, fue golpeado por la vida y ni siquiera entonces perdió su lucidez.
Puedo ―y tal vez deba― decir muchas cosas de Jardiel. La risa inteligente y sin embargo, simplemente festejo, casi como una declaración de principios, que el autor haya rescatado el espíritu íntegro de su abuelo, que Jardiel. La risa inteligente sea una itinerante prolongación de historias, anécdotas, citas y análisis literarios ―brillantes― que logran rememorar el talento y la humanidad del Gran Jardiel de tal manera que el lector se siente levitar, involuntariamente, con una sonrisa en los labios.
Por supuesto que hay más, mucho más. El libro también retoma otros aspectos menos difundidos, como sus muchas y variadas aportaciones al cine, el drama, la novela, etc.
Por último, se me ocurre que la presentación de este libro, lejos de ser una charla entre el escritor y sus lectores, debería ser una fiesta entre amigos, con tarta, alcohol y en el centro de la escena, se celebre, no solo la inmensa figura de Jardiel Poncela, sino la de su nieto y la del editor de Jardiel. La risa inteligente que, pese al humo de tanta mediocridad literaria, se siguen empeñando en hacer de este país un lugar hermoso.”
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El surco es el alma del vinilo de Rafael Orihuel

Como todo lo que rodea a Jaime Molina García genera revuelo, la
publicación de su última y séptima novela, de factoría profesional, Días para morir en el paraíso,
no fue menos. Luego de la publicación de La Fundación 2.1 y su
evidente irrupción en el mercado editorial español, Jaime repite
la fórmula que lo ha llevado a convertirse en uno de los escritores con
mayores recursos del panorama actual.
Días para morir en el paraíso, aunque de manera más imprecisa, vuelve a escenarios distópicos y futuros inciertos, normalmente carcomidos por la dudosa moral de una especie humana que se empeña en la autodestrucción. Sin embargo, aquí termina toda similitud con su anterior novela, puesto que, si se quiere, Días para morir en el paraíso alcanza una madurez superior, tanto en la historia como en la complejidad temática, una obra de ciencia ficción mucho más definida y elaborada, desde el comienzo, como un thriller oscuro: señal inequívoca que llevan las grandes obras del género.
Días para morir en el paraíso se sitúa en un mundo-futuro contaminado en el que los habitantes deben pagar por el aire, como hoy se paga por el agua, para sobrevivir. Naturalmente, ese mundo de nombre Antagón, está controlado por una corporación que ostenta el monopolio del aire, encarnada por el magnate Volpi, que su muerte ha levantado una tormenta de suspicacias. A partir de allí, la historia va in crescendo y se lee con agilidad y ansiedad.
El agente Vidal —un antihéroe con miserias y bajezas— es reclutado por el poderoso Ministerio de Información con el fin de desentrañar pequeños casos sin importancia, pero la soledad y el aburrimiento lo llevarán por caminos vedados a personas de baja estopa, hasta toparse con un antiguo archivo que le señala una pista que no podrá dejar escapar: posiblemente el multimillonario Volpi siga vivo y esté preparando su próxima jugada. Para localizarlo, Vidal deberá seguir las pistas que dejaron Renian, su predecesor en el cargo y Antera, una ecoactivista que en el pasado fue confidente y amante de Renian.
Como en el viaje de
autoconciencia que emprende Ulises, también Vidal descubrirá que todo
cuanto creía está construido sobre una mentira y que para conocer la
verdad tendrá que estar dispuesto pagar un precio muy alto. Erigida sobre todos
los ingredientes que hacen a la ciencia ficción un género fascinante —intriga,
imaginación, originalidad, redención—, Días para morir en el paraíso
se destaca por su buena factura, una obra para recomendar y guardar a Jaime Molina García en el rincón de
autores preferidos.

“Luego de un breve repaso por el historial de reseñas
publicadas, comprendo que no hemos recomendado ninguno es un libro de humor. Y
eso está mal y la mejor forma de subsanarlo es leyendo Historia estúpida
de la literatura, de Enrique Gallud Jardiel. Humor con
mayúsculas. De modo que, como comprenderá el exquisito lector, comenzar a
reseñar Historia estúpida de la literatura es
algo que disfruté enormemente, tanto o más de lo que disfruté leyéndolo.
Un dato a tener en cuenta: aquel fantástico escritor de principios del
siglo XX, una de esas joyas de la literatura española llamado Enrique
Jardiel Poncela dejó descendencia y una de esas líneas del
ADN, cargada de talento, humor y erudición, fue a parar hasta su nieto Enrique Gallud Jardiel,
un tipo que leyó tanto que un día comprendió que si uno es capaz de leer gran
parte de la Literatura
Universal termina muerto de risa.
Es decir, se tomó la literatura muy en serio (publicó más de treinta
libros, es Doctor en Filología Hispánica Cum
Laudem, dio clases en la Universidad Jawaharlal Nehru de la India
donde, por otro lado, ha vivido y es, como si fuera poco, especialista en
indología, imparte talleres de interpretación, ha dirigido tesis…). Con este
inconmensurable currículo, Enrique
Gallud Jardiel termina escribiendo un libro cuyo nombre, Historia estúpida de la literatura no
es más que una heterogénea recopilación de artículos y poemas de índole
burlesca sobre literatura, sobre la Gran
Literatura.
Formado por
múltiples géneros cómicos, versos imitativos, falsas reseñas de libros, textos
apócrifos, parodias teatrales, burla de las técnicas de los talleres de
escritura y otras muchos estilos sorprendentes, Historia estúpida de la
literatura es una chifladura absolutamente genial.”
Seguir
leyendo: http://www.falsaria.com/blog/historia-estupida-de-la-literatura-de-enrique-gallud-jardiel/
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LUNA APOGEO, de Rubén Azorín
Raymond Chandler decía, al final de su carrera, que las características generales que
determinan las claves de toda novela policiaca podían (y
debían) aplicarse a cualquier género narrativo, esto es: tensión narrativa,
suspenso, correcto sistema de la verdad-veracidad, etc. Desconocemos si Rubén
Azorín ha leído El largo adiós pero
lo que sí sabemos es que su novela, LUNA: Apogeo, es una excelente
pieza de Ciencia Ficción que puede leerse, sin embargo, en clave de
thriller. Lo cual nos atrapa hasta el final.
Trabajada
minuciosamente, LUNA: Apogeo es un puzzle
milimétrico, uno de esos libros que para leerlos hay que abstraerse
del mundo y, con boli en mano, dejarse llevar por cada detalle y por cada punto
de información como si fuera el último. No sobra absolutamente nada.
En ese
sentido, LUNA: Apogeo es la historia de un
grupo de científicos, agrupados en el Proyecto de Medición Lunar Láser
que, al margen de los Gobiernos, tratan de anticiparse y combatir una inminente
catástrofe. Pero, al respecto, el lector no es una pieza decorativa a lo largo
de las páginas, Rubén Azorín, nos obliga a recorrer el libro
en sentido inverso, es decir: la historia va desde el lector
(testigo omnisciente) hacia la trama y, en realidad, ambos componen la
historia.
Despojada
por completo de cacharros y artilugios facilistas de guerras cibernéticas,
replicantes o cafeteras parlanchinas, LUNA: Apogeo se centra en el carácter
científico de un futuro no tan remoto, cuyas piezas de ese escenario
son veraces (diría Chandler) y hasta empíricas.
Tal y
como manifestó el mismo escritor, [en LUNA: Apogeo] "he querido
huir de lo fantástico y convertir la novela en algo real, en algo creíble. En
ciencia ficción realista, como nos atrapaban los grandes clásicos. Está
ambientada en un futuro cercano. [...] y a lo largo de su recorrido la novela
reta al lector a distinguir la realidad de la ficción y a juzgar si las cosas
son como nos las habían contado".
De
este modo, con una erudición poco común en la literatura actual, la novela
prescinde de todo artificio para hundirse en una trama sólida, entretenida y
atrapante. No hay engaños, ni dilación, en LUNA: Apogeo: te sumerges en uno de esos
libros que no quieres terminar.
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CANALIZADORES, de Guillermo Garrido
Hace tiempo que
en este espacio no dedicamos algunas líneas a la poesía y, avisados los amantes
del género, llegó el momento. En el caso de hoy hablaremos de Canalizadores, de
Guillermo Garrido, el joven escritor gallego del que tanto se habla en los
corrillos literarios.
A tal caso, antes
de entrar de lleno en la obra, cabe preguntarnos si no hay en España un pequeño
y módico boom de la poesía encabezada por creadores jóvenes y talentosos (véase
Luna Miguel y la generación JotDown que, sin duda, también encabeza Garrido).
Canalizadores es
una compilación de poemas muy personales que, en boca del escritor, es una
“búsqueda implícita de la imagen perfecta del poema, deconstruyendo, para ello,
su lírica partiendo desde formas casi clásicas y estáticas”. Lo cual, más alla
del formalismo, no es errado.
Es genuina la
búsqueda que hace Garrido de una elegancia y perfección formal dentro de un
esquema de imágenes superpuestas que remiten, sin embargo, a la sencillez
fluida del lenguaje y por otro lado la completa misión de transmitir los
sentimientos más profundos. Es, por tanto, imposible no relacionar la métrica
(en sentido clásico del término) con un aporte moderno (diríamos,
generacional). A la búsqueda simbólica de las imágenes, Garrido aporta una
relación más libre con la forma: deudor de una generación nacida al calor del
fotolog, blog, Twitter o Facebook, Canalizadores, como un puzle de fotos que se
descargan, ofrece al lector imágenes reconocibles. Imágenes potentes, como
fotos que pasan a una velocidad digital pero sin perder el sentido último de la
captura: dejarnos llevar por postales a espacios donde sentirnos identificados.
En este sentido,
la obra de Garrido es claramente vanguardista: frases cortas, contundentes,
desestimación del barroquismo, poemas que pueden recitarse en un escenario o
ponerle música. Es, por decirlo de alguna manera, una poesía muy narrativa.
Seguir leyendo: http://www.falsaria.com/blog/canalizadores-de-guillermo-garrido/
Invierno humano, de Kiko Labiano
Recientemente publicado, Invierno humano es un libro que cubre
todas las expectativas de los amantes del género narrativo extremos. Adaptado a
un supuesto apocalipsis terminal, el libro se desarrolla con maestría a través
de los pormenores que su protagonista, Myka, deberá afrontar para sobrevivir en
un mundo que se ha helado.
Con reminiscencias del mejor Cormac McCarthy, Invierno humano
es un experimento completamente exitoso. Su autor, Kiko Labiano (España),
aún a riesgo de introducirse en una sintonía que, por sus sensaciones extremas
y marginales, puede quedarse corta o, por el contrario, perderse en el relato
de la simple brutalidad, sale airoso, conduciendo al lector a través de una
tensión narrativa que no da lugar al respiro. Tal y como corresponde a toda
novela apocalíptica.
Partiendo de preguntas rompedoras que giran en torno al
mismo interrogante, es decir: ¿Matarías
por un trozo de carne? ¿Y por salvar a tus seres más queridos?,
Invierno humano
se desarrolla en un mundo apocalíptico devastado por el hambre, la soledad y
rodeado de un bosque milenario, donde el joven Myka tratará de sobrevivir al
tiempo que luchará para recuperar a su familia cautiva.
En este sentido, Invierno humano
funciona como un torrente de sucesos increíbles que nos hará comprender que en
esta tierra ya no hay sitio para la bondad, puesto que los límites de la
sensibilidad humana, aquello que nos caracteriza, desaparecen cuando la propia
supervivencia está en juego.
Invierno humano es un buen libro, que cumple con creces todos los preceptos de la
literatura apocalíptica, esto es: dureza, intensidad, originalidad y conflicto.
Una novela que no
dejará a ningún lector indiferente.
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JARDIEL. LA RISA INTELIGENTE, de Enrique Gallud Jardiel
No es precisamente eso lo que busca Enrique Gallud Jardiel con la publicación de Jardiel. La risa inteligente, una nueva, pero más completa, aproximación de la vida del escritor cómico Jardiel Poncela.
Naturalmente, no es lo primero que se escribe sobre Jardiel Poncela (ni será lo último) pero sí es cierto que hay algo fundacional en este libro difícil de catalogar, un antes y un después en la vida del controvertido, multifacético y talentoso escritor madrileño. En Jardiel. La risa inteligente (Editorial Doce Robles), Enrique Gallud no se propone una mera biografía, una hipérbole de su obra y de su figura, sino que va más allá: ha llenado, curiosamente, la obra con una gran cantidad de citas originales del propio Jardiel, que funcionan como una especie de antología post mortem de Jardiel, muy amena y divertida.
Leer Jardiel. La risa inteligente es como leer a Jardiel, redescubrirlo con su propia voz, en este, nuestro tiempo, en que la risa también es enormemente necesaria.
Para ser profesionales, deberíamos decir que Jardiel. La risa inteligente es, en términos más o menos estrictos, un ensayo que recoge los detalles menos conocidos de la vida de Jardiel (y su de su obra) pero ―me atrevo― esa información funciona casi como un disparador para detenerse, como si fueran estaciones de paso, en esos trabajos que iluminaron la tristeza de su época. En este sentido ―y aunque su autor no se anime a tanto― Jardiel siempre ha funcionado como la consciencia risueña de una España color ala de mosca, que avanzó hacia el futuro arrastrando algunas de las características más conservadores de una sociedad cerrada a los cambios. Jardiel, repito, fue la luz de esa sociedad, la contracara, el blanco sobre el gris, un hombre que, hasta el último momento de su vida, fue golpeado por la vida y ni siquiera entonces perdió su lucidez.
Puedo ―y tal vez deba― decir muchas cosas de Jardiel. La risa inteligente y sin embargo, simplemente festejo, casi como una declaración de principios, que el autor haya rescatado el espíritu íntegro de su abuelo, que Jardiel. La risa inteligente sea una itinerante prolongación de historias, anécdotas, citas y análisis literarios ―brillantes― que logran rememorar el talento y la humanidad del Gran Jardiel de tal manera que el lector se siente levitar, involuntariamente, con una sonrisa en los labios.
Por supuesto que hay más, mucho más. El libro también retoma otros aspectos menos difundidos, como sus muchas y variadas aportaciones al cine, el drama, la novela, etc.
Por último, se me ocurre que la presentación de este libro, lejos de ser una charla entre el escritor y sus lectores, debería ser una fiesta entre amigos, con tarta, alcohol y en el centro de la escena, se celebre, no solo la inmensa figura de Jardiel Poncela, sino la de su nieto y la del editor de Jardiel. La risa inteligente que, pese al humo de tanta mediocridad literaria, se siguen empeñando en hacer de este país un lugar hermoso.”

El surco es el alma del vinilo
Editorial: Ediciones Oblicuas
206 Pág.15 x 21.6 cm
La música es el idioma universal
por excelencia, es el medio de comunicación a través de los sonidos, y como
todo idioma se lee, se escribe y se habla. La historia de la literatura está
plagada de libros sobre música y la música, invariablemente, se nutre de
historias y de poesías, lo cual, inconscientemente, sitúa a cada disciplina en
espacios distintos: se escribe de o para la música desde un
ámbito de creación concreto.
Sin embargo, son pocos quienes
atraviesan ese determinismo y son capaces de situar a ambas disciplinas en un
mismo plano de creación: escribo con música y esa relación dialéctica
determina mi forma de escritura, algo así como un artefacto que funciona como
una máquina de producir sensaciones diversas. Para que Ud. entienda de lo que
estoy hablando, realice el siguiente experimento: observe detenidamente y en
silencio una foto de su infancia y a continuación (deje pasar dos horas) haga
lo mismo pero con un disco de Ala Voronkova interpretando a Chaikovski
sonando de fondo: el efecto de la foto se potenciará y junto al recuerdo
experimentará, tal vez, felicidad, nostalgia, tristeza o alegría o todas esas
sensaciones al mismo tiempo. Sí, no es nuevo: la música es un potenciador
increíble.
Lo que sí es nuevo, o cuanto
menos imposible, es escribir con tinta de música, es decir que cada línea de
cada historia rezuma el ritmo y la precisión de un acorde y que además, ese
acorde, nos meta en la cabeza a Dylan, a los Rolling Stones, a Rapahel, a
King Crimson y a tantos más. Eso es exactamente lo que se experimenta al
leer El surco es el alma del vinilo
del experimentado y multipremiado Rafael Orihuel, un prodigio de la
literatura que se sucede a lo largo de cada uno de los siete cuentos del libro.
El surco es el alma del vinilo
es, como dije, una colección de relatos pero a la vez un homenaje al disco de
vinilo, y a esa forma de la memoria que representa la música. Tal es así que
los textos se organizan como en un LP: siete narraciones en total, cuatro en
la cara A y tres en la B. Y en este sentido, cada cuento alude a una
canción en concreto, de forma que la música actúa transversalmente, como un
soplo en el oído a través de las historias que aparecen enmarcadas en distintas
formas y ámbitos: en vivo sobre un escenario, escuchada a través de los
auriculares por una enfermera en la sala de urgencias de un hospital mientras
agoniza una estrella del rock olvidada; hurgando en la memoria al toparse en
una encantadora librería inglesa con el batería de los Stones adquiriendo un
libro de floricultura; atronando a altas horas de la madrugada desde el piso de
arriba donde intentan tranquilizar con Raphael a un niño deficiente;
transitando entre el lento y el rápido en una pista de baile, sonando solemne y
cadenciosa en una ceremonia fúnebre; susurrando emociones y planteando
preguntas vitales.
Las siete historias componen un
crisol permanente, un eco de silencio en medio del grito y la música, puesto
que, de alguna forma, todos las historias hablan de las distintas formas de
soledad que son una y siempre están, aunque nos esforcemos, en el centro de
nuestra cabeza para recordarnos que la música es la mejor compañía del hombre.
Lo dicho: una máquina perfecta destinada a convertirse en un clásico que
como aquella foto de nuestra infancia es capaz de movilizarnos profundamente,
mientras suena un vinillo olvidado al compás de una historia llena de música.
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‘Días para morir en el paraíso’, de Jaime Molina García
Días para morir en el paraíso, aunque de manera más imprecisa, vuelve a escenarios distópicos y futuros inciertos, normalmente carcomidos por la dudosa moral de una especie humana que se empeña en la autodestrucción. Sin embargo, aquí termina toda similitud con su anterior novela, puesto que, si se quiere, Días para morir en el paraíso alcanza una madurez superior, tanto en la historia como en la complejidad temática, una obra de ciencia ficción mucho más definida y elaborada, desde el comienzo, como un thriller oscuro: señal inequívoca que llevan las grandes obras del género.
Días para morir en el paraíso se sitúa en un mundo-futuro contaminado en el que los habitantes deben pagar por el aire, como hoy se paga por el agua, para sobrevivir. Naturalmente, ese mundo de nombre Antagón, está controlado por una corporación que ostenta el monopolio del aire, encarnada por el magnate Volpi, que su muerte ha levantado una tormenta de suspicacias. A partir de allí, la historia va in crescendo y se lee con agilidad y ansiedad.
El agente Vidal —un antihéroe con miserias y bajezas— es reclutado por el poderoso Ministerio de Información con el fin de desentrañar pequeños casos sin importancia, pero la soledad y el aburrimiento lo llevarán por caminos vedados a personas de baja estopa, hasta toparse con un antiguo archivo que le señala una pista que no podrá dejar escapar: posiblemente el multimillonario Volpi siga vivo y esté preparando su próxima jugada. Para localizarlo, Vidal deberá seguir las pistas que dejaron Renian, su predecesor en el cargo y Antera, una ecoactivista que en el pasado fue confidente y amante de Renian.
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Atte. Pedro Buda