Hoy me sorprendió ver un
asalto, una modalidad de ataque que me hizo pensar en una jauría.
Delincuentes motorizados rodean el auto, que está detenido en un
semáforo. Abren las puertas y el factor sorpresa hace que no atines a poder
hacer nada. Todo ocurre tan rápido que casi nadie se percata de lo que pasa.
Cada uno está inmerso en el cambio de luces del semáforo, en los otros
vehículos, y, nunca esperas que alguien baje de una moto y te abra la puerta.
La rapidez hace que cuando alguien percibe lo que realmente está pasando, los
tipos levantan vuelo y se pierden.
Es después, cuando al fin de tanto cavilar, que te das cuenta que
estas acciones cotidianas son, para el señor ministro, una cuestión de números
estadísticos, o; para la señora ministra, una sensación; pero para ti, es la
triste situación entre la vida y la muerte, entre salir a dar un paseo el fin
de semana o quedarte "encerrado" en tu casa, por miedo a la
inseguridad; entre creer que eres libre o darte cuenta que eres prisionero en
la propia ciudad. Prisionero, rehén de
delincuentes...
Modalidad semejante vi hace poco en un video captado por un
transeúnte, en el mismo centro de Montevideo. Y todo sigue a pesar de las
cámaras, del equipamiento sofisticado. A veces parece que la puja en el juego
de policías y ladrones, las ganan los segundos.
La sincronización del ataque me sugiere, claramente, una acción muy
bien coordinada. Hay una estrategia, un accionar cuidadoso. Primero se escuchó
el rugir de las motos –como para impactar, confundir, atemorizar- luego la
acción fugaz, rápida y luego la huida. Tan rápido, que no todos los que estaban
esperando el cambio de luces se percataron o lo hicieron al mismo tiempo.
De lo único que estoy seguro es que, antes de ponerse en movimiento en
un vehículo, habrá que tener la puerta bien cerrada. ¿Será suficiente? ¿Y si es
una moto en lo que te trasladas?
Un taxista me contaba, días atrás, cómo había sido asaltado en varias
oportunidades con trucos que te obligan a detenerte y me dijo: "La próxima
no freno, no freno". El problema es que –le dije- si lo pisas vas preso
vos, si te defiendes y disparas un arma, igual. Conclusión: somos rehenes,
prisioneros en la propia ciudad, aunque siempre habrá quien saque estadísticas
para mostrar el limbo en el que vivimos, comparados con...
*Esta entrada no será
acompañada con ninguna imagen. Cualquiera es capaz de imaginar, aunque sea un
poco, lo vivido por las persona a bordo del vehículo que asaltaron en un
semáforo. Circundado por otros tantos vehículos y sus ocupantes, y por estos
delincuentes acorralando las puertas de su auto, a sus ocupantes shockeados,
sorprendidos, sin respuesta.
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Atte. Pedro Buda