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viernes, 27 de noviembre de 2020

Presentación del libro: Criados... En la Tierra Roja

 Este viernes 27 de noviembre de 2020 después de las 16:15 horas (Emisión en directo) por el canal en Youtube del Primer Festival Iberoamericano de la Palabra   se presenta el Libro Criados... En la Tierra Roja de mi autoría. Estará precedido por las presentaciones de las escritoras: Silvia Favaretto (Italia) y Mary Rogers (Chile). 


Desde este sitio vaya mi agradecimiento sincero a toda la gente que hace posible este evento en línea. Y en especial a Daniel Omar Luppo y Patricio Rojas, como así también a Carlos Contreras y Fernanda Hamberg por sus gestiones. 



Criados... En la Tierra Roja está en Bubok




domingo, 23 de febrero de 2020

La señal

La señal es el título del cuento que comparto más abajo. Forma parte del libro "Cosas curiosas en los caminos de las cumbres". Si bien todo lo escrito en el libro es ficción, algunos pobladores dicen haber escuchado o visto cosas extrañas en la zona del salar de Uyuni, y fue eso lo que me motivó a escribir este libro de cuentos.

La imagen fue registrada por Walter Rotela 

La señal


Salió la travesía por la zona de volcanes el tercer día de las tan planificadas vacaciones. Estaba fresco y parcialmente nublado. El pronóstico indicaba momentos de lluvia, pero serían periodos cortos, donde la mayor probabilidad era de agua nieve. Eso es raro para quienes no vivimos en zonas de alta montaña, pero no para quienes habitan arriba de los 3.500 o 4.000 metros sobre el nivel del mar, en la zona de la precordillera.
Salimos a las 4,30 de la madrugada para poder registrar la salida del sol. Eso era un esfuerzo importante por cuanto estuvimos bebiendo un vino de la región hasta entrada las dos de la madrugada. Pero el cuerpo aguanta, aguanta y aguanta. Un trago de café bien amargo siempre repone de aventuras nocturnas. La salida se pospuso una media hora por nuestra culpa. Era difícil despertar y aprontar lo necesario para el día. Una mochila cargada con lo básico para darse un baño en las zonas de aguas termales, un poco de crema hidratante para el sol y las gafas oscuras.
Con ganas, pero también con paso lento, nos dirigimos a las camionetas que nos llevarían a recorrer los más de 200 kilómetros de distancia por la zona de volcanes y montañas. Gruesas nubes nos acecharon por doquier a lo largo del camino. Pocas veces la luz fue total. En medio de una zona de rocas extrañas, con forma de árbol, según el guía, nos detuvimos para hacer registros fotográficos. Alguien se adormeció, le pusieron música con más volumen del disfrutable y pronto se despabiló.
El aire estaba de fresco a frío, pero seco. La vegetación parece no existir, pero sí hay, sólo que en una forma que no es tan posible visualizar para quienes no conocemos estos parajes, tan particulares. Al punto que al ver comer a las vicuñas o a las llamas, alguien preguntó: ¿De qué se alimentan? El conductor y guía contestó rápido y con picardía: “Comen piedritas, no ven como comen las que hay ahí. Y la verdad que había millones de piedras y parecían comer las mismas, pero no, era una ilusión. Unas hierbas muy escasas, apenas visible, habían entre piedra y piedra.
Bajamos casi sin ganas pero, tan pronto tomamos contacto con el aire matutino, todo cambió. Un poco de mate amargo -que unas argentinas, de la provincia de Formosa, llevaron consigo- nos despabiló, finalmente. Las imágenes que logramos fueron excelentes, nada parecido hasta ese día. Pero eso es poco decir con respecto a lo que una vez con los pies en la tierra ocurrió. Es decir, bajar… habíamos bajado, pero el despertar fue lento.
El contacto con tanta belleza, con esas nubes al alcance de la mano, parecía irreal. Cada color, cada textura era sumamente disfrutable. Sí, lo interesante es que nosotros, los de ese grupo, nos sentíamos dispuestos a disfrutar. Mas, nos costó más de mil bolivianos, asimilar aquellos rayos de luces que partiendo tras las nubes se depositaban sobre el árido suelo que se extendía a todo lo largo y ancho de nuestra experiencia sensible visual. No podía ser, sin embargo, era simplemente hermoso. Por otro lado, algo no estaba del todo comprensible. Aquella luz era parecida a cualquier rayo de luz, pero tenía una suerte de cosa rara, extraña, difícil de explicar con palabras.
Uno de los jóvenes del grupo lo expuso así: “El sol ilumina a algunas rocas y luego se desvanece. Incide sobre algunas porciones del terreno y se va. Como quien alumbra con una linterna una porción de superficie, pero no cualquiera, una superficie determinada, una y otra vez, como resaltando el lugar”. La zona estaba a poca distancia, sin ser posible precisar a cuánto. Cerca sí, pero indeterminable, a simple vista. Los rayos partían de una nube que parecía no moverse, a pesar del escaso viento en superficie. Pero esta superficie sobre la que posábamos los pies estaba a tanta altura como suele estar alguna nube, cualquiera. Y cual señal del tipo de las de clave morse aquella luz comenzó a titilar, a encenderse y apagarse. El haz de luz aparecía y desaparecía, con un ritmo, con una frecuencia que no medimos, pero era rápido primero y lento después. Todo duró unos diez minutos. No más.
Las fotografías no se hicieron esperar y realizamos el registro pertinente, pero el viaje debía continuar. No fue posible chequear las imágenes enseguida. Sólo en la paz de la noche recordamos aquellas porciones de luz, su ritmo. Alguien propuso que eran una suerte de señal. Pero la pregunta que surgió entonces fue: ¿Quién emitía la señal? A lo que seguían preguntas como: ¿con qué fin?; ¿Por qué nosotros y no otros podíamos ver esa suerte de señal?
Las preguntas aún hoy, tres años después, siguen sin respuestas. Con el grupo observamos varias veces las imágenes fijas. Nadie pudo filmar aquellos haces de luz. Si bien encendieron sus cámaras, no pudieron filmar. Ninguno. Hicimos revisiones cruzadas de los aparatos y nada. Algo pasó aquel día y no nos pareció prudente compartirlas con el servicio de vigilancia estatal…




Pedro Buda


viernes, 21 de junio de 2019

LOS PASOS DE JAGUARETÉ MICHÍ Y OTROS CUENTOS

Imagen de portada 
La imagen de portada es una gentileza de mi hermana Silvia Carolina. Muchas gracias por tu contribución. 

Estimados cybernautas que visiten esta entrada les presento mi último libro publicado en Editorial Bubok. Más abajo les informo de qué trata el libro. Arriba pueden visualizar la portada del mismo. Se puede descargar en .pdf gratuitamente de la plataforma de la Editorial Bubok. Está disponible en Argentina, Colombia, México y España. 

El libro está conformado por cuatro cuentos. En Los pasos de "jaguareté michí" el personaje principal es una mujer que participó de la Guerra del Chaco primero como criada, ayudando al patrón, y luego curando las heridas de los caídos en combate. Luego se hizo enfermera tras la guerra.
En el cuento "Pe salvador… (Eduvigis)" doña Tomasina, relata las vivencias de una mujer (Eduvigis) que para acompañar a su esposo se rapa la cabellera y lo sigue al combate (bajo el nombre de soldado Fulgencio González). En una de las batallas su hombre muere en sus manos y ella sigue en combate hasta que la trasladan a la retaguardia y allí descubre la enfermera Tomasina que, en realidad, es una mujer.
 En el relato "Chiquito" también se narra sobre una mujer que se hizo pasar por hombre para participar de la guerra, pues no se les permitía hacerlo como soldados, sino como enfermeras. Con una participación destacada fue conocida por su menuda complexión que le valió el mote de “chiquito”. Pero eran sus dotes como curandera, chamán e inteligencia poco común las marcas más profundas que aún en la vejez conserva, en momentos que el periodista de un medio local la entrevista y es en ese contexto que se narran sus peripecias.


En "Silencios de la guerra" un comunicador entrevista a un hombre mayor que es arisco a compartir sus vivencias en la Guerra del Chaco. Sobre todo, porque no logra conciliar el sueño como quisiera, y se repiten, noche tras noche, una serie de pesadillas de la guerra. 



domingo, 17 de enero de 2016

Cuento - Túnel al amor




Lo que relataré aquí tiene que ver con el hallazgo de unos obreros al realizar unos trabajos de construcción en una antigua casona de un barrio de Monrou.
La casa en cuestión estuvo abandonada por años. Fue residencia de un jerarca de la administración pública y empresario de renombre del siglo XX. A mitad de ese siglo se construyeron también en esa zona, en dos cuadras aledañas, sendas edificaciones para uso sanitario. Es decir, se edificaron una suerte de policlínica para hombres, específicamente reclusos, al norte de esta casa, y, un centro asistencial para mujeres, en estado de detención, al sur. Estas construcciones no se realizaron al mismo tiempo, pero sí en la misma época, con poco más de un año entre el inicio de una y otra.
A estos centros asistían a personas de condición socioeconómica baja, que habían sido recluidos por delitos menores. Algunas de estas personas permanecían allí por largos periodos, tanto por sus padecimientos  como por su propia voluntad, pues se las ingeniaban para quedarse, al no tener otro lugar a donde ir, porque... o eran viejos y enfermos, o simplemente, no sabían cómo sobrevivir en medio de la sociedad con sus códigos diferentes.
Para realizar el mantenimiento de la casona, era fundamental rever el sistema de cimientos. Es un predio muy grande y con una importante edificación que terminó en manos del Estado, por deudas impositivas.
Los obreros hallaron en el sótano dos bocas de entradas a sendos túneles. Una se dirigía al norte y la otra al sur. Informaron al capataz y juntos pudieron revisar un tramo de cada túnel. Pero necesitaban más equipo y un motivo para seguir. De lo contrario, simplemente, tapiarían las entradas y seguirían con las obras de refacción. Allí fue cuando mi sección administrativa recibió la comunicación para ver el asunto y determinar si era o no de interés la investigación de esos túneles. De ese modo tomé contacto con esa historia escondida, esa que se daba bajo tierra.   
Al cabo de casi una semana obtuvimos los equipos de iluminación para ingresar más allá de los cuatro o cinco metros que pudieron recorrer los obreros con el capataz.
Con los operarios, al tener las luces, pudimos avanzar en eso de saciar una común curiosidad y en develar lo que jamás imaginamos. En parte, los túneles tenían una suerte de revoque grueso y ladrillos y, en otras tablas trabadas que revestían el interior de los pasajes. Logramos fotografiar y filmar los interiores. En algunos sectores de las paredes notamos dibujos pintados con poca delicadeza, como quien lo hace apurado o sin mucha técnica pero intentando dejar su mensaje. También percibimos leyendas que testimoniaban la función que habían cumplido esos túneles.
El sótano uno –así lo denominamos−  es al que llegan los túneles. Pero en realidad en la casona había tres sótanos, o tres secciones. Todos estaban conectados, pero uno de ellos es el más profundo. Al que llamaremos dos, es como un punto de contacto entre el más profundo (uno) y el más superficial (tres), que está apenas cuatro escalones por debajo de la superficie del piso principal de la casona.
La construcción tiene seis habitaciones –cuatro en la planta alta y dos en la planta inferior–, cuatro baños, una gran cocina, un salón comedor, un salón que oficia de recibidor en la entrada, y altillos sobre las habitaciones del piso superior. A un costado del terreno de cien por cincuenta hay una construcción accesoria que era usada por los caseros. Él oficiaba de jardinero y ella de cocinera.
En el edificio accesorio aún vive un sobrino de la pareja de cuidadores, padece ciertos problemas de relacionamiento o algo más que no sé determinar. Sin embargo, cuando hablamos se expresó muy correctamente.  Un hombre de unos cincuenta y pocos años, que tiene problemas de visión y padece de hipoacusia importante. Fue, justamente él, quien develó parte del misterio de los túneles. Pues, aún vive en el predio en un claro estado de abandono.
Cuando lo entrevistamos por el tema, para ver si sabía algo sobre lo que hallamos, nos acercó mucho a ese pasado que allí permanecía oculto. "Los presos construyeron los túneles para ver a sus mujeres" –dijo el hombre con una voz gangosa y haciendo gestos con las manos, indicando claramente que el encuentro era para practicar sexo.
"Una cuadrilla de presos realizaba tareas de mantenimiento en la casona. El jefe del centro para los hombres era amigo del señor 'Secretario'. Ellos –los presos− aprovecharon esa oportunidad para crear los túneles. Una suerte de capataz era el jefe de la cuadrilla, y también hacía las veces de cuidador. Estuvieron como seis meses trabajando, mientras que el señor 'Secretario' se encontraba, generalmente, de viaje por Europa. Tiempo después él murió, y el lugar quedó al cuidado de mis tíos.
Ellos sabían de los túneles y el fin de ellos. El conjunto de sótanos tenía cerraduras, varias cerraduras, cuyas llaves estaban en poder de mis tíos. Además, contaban con tranca posible de abrir sólo desde el interior de la casa. O sea, por mis tíos. No había forma de escapar".
El relato parecía verás y con el tiempo pudimos confirmarlo. Les dejo más de lo contado por el sobrino de los cuidadores: "El señor 'Secretario' no estaba al tanto de los túneles, sólo de ciertas modificaciones en los sótanos y la reparación de parte del edificio. De hecho, había mandado construir el sótano más profundo para su cava personal, para almacenamiento de quesos y otras cosas que le gustaba tener y a las que podía acceder por sus amplias vinculaciones, más allá de su posición económica. Solía realizar reuniones con importante número de personas de la alta sociedad de su tiempo. Por ello y por estar ausente gran parte del tiempo nunca se percató del movimiento de tierra que se había realizado en los meses que duró la construcción de los túneles. Que claro, coincidía con la finalización de la obra de refacción y ampliación  encomendada a los reclusos.
Los reclusos, además, de no permanecer en sus calabozos, tenían el beneficio de recibir una comida generosa, preparada por la cociera, mi tía. El contacto con ellos, eso sí, era sólo por medio del capataz y un guardia".
La cocinera, al principio, no supo del asunto de los túneles, pero sí se percató de ello el esposo. Calculó rápidamente que el movimiento de tierra era mayor al correspondiente al sótano accesorio. Pero se guardó de no decir nada al principio.
Una siesta aprovechó para ablandarle la lengua al capataz. Le sirvió un vino jerez con bizcochuelo de naranja. Poco a poco fue introduciendo el tema y rato después, el capataz, le confió sobre los túneles. Los cuales, al principio, no tenían conexión con el sótano más profundo, sino que terminaban en un cuarto sótano muy estrecho. También conectado.
Pero las circunstancias cambiaron con el agravamiento del estado de salud del viejo funcionario, que llegó al desenlace casi inesperadamente. Como faltaba para terminar las obras de remodelación de la casona, simplemente dejaron sin efecto el cuarto sótano secreto, y los encuentros se realizarían en el sótano más profundo de la casona. Todo estaba dispuesto para colocar los vinos, algún que otro pequeño barril y algunas cosas más. Entre las maderas que servían para sostener botellas en una pared estaba el acceso a la unión de los túneles sur y norte.
Enterado el jardinero se le hizo comprender que del tema no debía hablar con absolutamente nadie, so pena de padecer la peor de las muertes con sufrimiento previo. Su pareja debía estar al tanto de todo, incluso de la amenaza. La última semana, antes de concluir los trabajos, el capataz, con voz pausada le explicó las consecuencias de deslizar cualquier comentario a alguien sobre el asunto.   
Los túneles y el sótano de encuentro funcionó por años hasta que las dependencias, tanto la del sur, como la del norte, fueron cerradas o convertidas, sus funciones, en otras. Incluso la policlínica para los hombres fue demolida y sobre sus cimientos hoy existe una plaza pública con gran cantidad de juegos para niños.
El sótano, como parte del túnel, hoy puede visitarse y está iluminada. La casona luce espléndida como en sus viejos tiempos. La diferencia es que, aquello que su dueño desconoció y era secreto para otros también, hoy es público y visitado por personas que descubren sobre el ingenio humano para vencer las barreras que se interponen en la búsqueda de la conservación de la especie, en la comunicación de los sexos, pues qué otra cosa es sino eso que en definitiva buscaron esos hombres y mujeres al ingresar en aquellos túneles.
 Pedro Buda
       2015           
 
Túnel al amor - 
CC by - 
Walter Hugo Rotela González 


*Este texto forma parte del libro Serie Túnles publicado en Editorial Bubok.
*Visita mi pagina en Bubok para conocer otros libros

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Mis textos en Editorial Bubok Argentina



Estimado lector
A través de este medio me dirijo a ti para comunicarte que están disponibles en la Editorial Bubok Argentina  mis 3 primeros libros.
Un texto, sea novela o cuento, requiere siempre de dos personas que interactúan de un modo interesante.  El autor –en este caso yo- crea un contexto donde los personajes desarrollan una acción; pero el lector debe recrear con la suya propia, dicho ambiente bajo las coordenadas proporcionadas por el autor, a fin de hallar ese mundo donde viven los personajes.
El escritor crea en principio para él, para su propio deleite, pero sabe que el texto tiene un destinatario, un cómplice, que no es otro que tú: lector. Te invito, entonces, a vivir y crear conmigo esas historias, sea en la novela “Buscando… las llaves, las rutas” o en cada uno de los cuentos de los libros “Huellas de mis pensamientos” y “Siete cuentos – Del 2007 al 2008”*.
Enunciada la invitación me resta compartir contigo el link para acceder al material.
                             

Nos encontramos en alguna de esas coordenadas.
Pedro Buda
                                                                                                                                 Autor

P. D.: Un pequeño obsequio. Deseo compartir contigo lector algo más, el cuento “EL CAFÉ DE GURBINDO” en formato audiolibro, para lo cual debes seguir el siguiente link: http://www.ivoox.com/cafe-gurbindo-audios-mp3_rf_946913_1.html
Además, 3 minutos, en igual formato, del cuento “COMUNICACIONES”, del libro “HUELLAS DE MIS PENSAMIENTOS”, un producto realizado por la gente de Creahistorias.com, lo que puedes oír siguiendo el link:  http://creahistorias.com/index.php?option=com_content&view=article&id=87%3Ahuellas-de-mis-pensamientos&catid=11%3Asin-clasificar&Itemid=3&lang=es/
*El texto bajo el título “Siete cuentos – Del 2007 al 2008” es el único que no aparece en Bubok México, donde sí figuran los otros dos mencionados más arriba. El link:
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