miércoles, 20 de junio de 2012

A veces sueño

      A veces sueño con poder trabajar en algo que me guste, con poder escribir y que eso sea un trabajo. A veces, cuando estoy muy triste porque me preguntan: ¿Qué haces acá? ¿No te aburrís?... Como diciendo no te parece "tonto" tu trabajo. Cuando las palabras se te caen y no puedes sostenerlas, cuando no puedes convencerte de que puedes hacer con tu vida algo más que nada, sueño con que la oportunidad llegue. Y no tener que pedir perdón, cada día, de cada semana, por ser y hacer el triste discurso de un tipo fracasado, sentado tras una ventana que mira pasar los trenes, cuando hace tanto dejaron de pasar, porque los siete tipos que deben mantener las líneas del ferrocarril no dan a basto, o porque no me animé  a subir al último tren que salió ayer, cinco minutos antes de que llegara al andén. 
     A veces sueño y dejo volar mi imaginación, aunque nadie compre o se entere del último cuento que escribí, de la primer novela que publiqué, o de las otros cuentos que van a apareciendo, semana tras semana, en ese sitio de la pluma afilada. 
     A veces sueño, que el esfuerzo servirá para algo, alguna vez; que la satisfacción que siento al mantener una entrevista con alguna persona que te confía esa emoción, esa alegría de haber tirado el doble que lo llevó a salir campeón a su club, sea la justa recompensa para lo que hago. Quizás sea sólo eso la vida, ese secreto entre el entrevistado y yo, ese secreto entre quien lee y quien escribe. 
    A veces sueño, que tú, amigo lector, me escribas una nota diciendo, como alguna vez lo hiciste, que lo que escribí te pareció interesante. 
     A veces sueño, sentado a la orilla de un río, que los peces conversan conmigo, tirando del hilo, mordisqueando la carnada, saltando lejos, como diciendo: " no me atrapas..." Quizás aquél escritor, Ramón Igarzábal,  con sus "Cartas a Nicolás", tenía razón... La lluvia conversa con el vidrio en las ventanas, los pájaros con la arena o el viento: dejando sus huellas, allí en la costa.
                                                                                                                           Pedro Buda 2012


lunes, 18 de junio de 2012

Cuento: La casa de al lado

La ilustración puede verse también en

          Siempre que uno llega a cierto lugar desea, antes que nada, ponerse al tanto de lo que       
          conforma el folklore, el acontecer de los pobladores. Uno pregunta, lee, observa lo que las    
          formas arquitectónicas dicen. Así, uno comienza a recorrer las calles, en busca de datos que 
          nos indiquen: quién vive en los alrededores; qué clase de gente permanece y quién la habitó 
          anteriormente.
Poco a poco, se va conociendo al verdulero, al carnicero, a la mujer que tiene el puesto de flores y a la que regentea la agencia de apuestas de la zona.
El interés por saber dónde estamos parados nos lleva a conversar con la gente más próxima, con la que más sabe de las cosas del barrio o del pueblo. Así nos topamos con el viejo almacenero. Es él quien nos cuenta sobre los antiguos moradores, sobre sus costumbres,  cómo compraban, y  cómo lo hacen hoy, los hijos y nietos. Claro, han aparecido los grandes supermercados, donde el hombre o la mujer van, sin bolsas -las antiguas chismosas desaparecieron- y sin dinero, compran con el plástico -que todo lo resuelve-,  andan con apuro.
Con paciencia -mientras atiende a los otros clientes- nos cuenta este almacenero, sobre los antiguos dueños de viejas casas que sobreviven a los tiempos. Nos dice sobre el año en que se construyó la otrora “casona”,  hoy más o menos que en ruinas, convertida en pensión.
Así, día tras día, nos vamos enterando del desarrollo del barrio, de la vida que ha transcurrido sobre sus calles, dentro y detrás de casas y altos muros, actualmente tapizados por verde azulado musgo y verdes claros helechos.
Hay mucho que se sabe, sin haber visto nunca nada. Pero, por qué negar su existencia. Aunque hay cosas, que hasta a la vecina o vecino, más inmiscuido en los asuntos de todos, se le puede escapar. Así, el caso de cierta finca, que ahora contaré.
La casa, en realidad, es enorme; la superficie del terreno es algo irregular. Pues, si uno ve el frente percibe sólo ocho metros de frente. Uno cree que es una “casa corredor”. Pero la verdad dista mucho de ser como pensamos. Como suele ocurrir, generalmente. Bien, el frente no dice nada, de que la casona posee un amplio terreno detrás; además, tiene otra entrada por la otra calle que corta la que creemos es la entrada principal.
La construcción es vieja, lo denota el tipo de muro -que posee revestimientos muy recargados- y tejas que hoy ya no se usan. Y las puertas,  como las ventanas, son altas y angostas, contienen una gruesa capa de polvo y barro acumulados con los años. Un par de gruesas cadenas aseguran la no-entrada  al lugar. No existe ningún cartel que indique que esté a la venta o que esté clausurada por algún motivo expreso, como suele verse en algunos otros sitios que. por disposición judicial, lucen carteles aclaratorios.
La casualidad es, muchas veces, la encargada de que se produzcan importantes descubrimientos o hallazgos. Una pelota, de niños que jugaban en un jardín lindero, fue a dar al gran patio de la casa en cuestión. En entrar pensaron los niños. ¿Entrar?... se cuestionaron los padres. Pero la pelota era del niño amigo, el que vino a jugar y pasar la tarde; además, era de cuero y una número cinco, con los colores del equipo. Era necesario entrar, no cabía la menor duda.
Tras deliberar un rato, el padre de Andrés, el pelirrojo, se trepó hasta el borde superior del muro. Miró en derredor y no alcanzó a ver la pelota. Los niños quisieron acompañarlo, y así lo hicieron, segundos después. Los tres se internaron en el enorme patio.
El sol marcaba casi el final de la tarde, dejaba caer sus oblicuos rayos y aún acaloraba a los habitantes de las tranquilas calles. Dentro del patio, el silencio era total, casi sepulcral. Los tres caminaron con sigilo, con los ojos abiertos, de par en par. Abrieron  sus sentidos a fin de percibir  cuanto estaba ante ellos.
En el patio había restos de una vida normal, las cosas estaban en su sitio. Sillones, bancos y mesas, plantas, pero cubiertos de polvo y musgo. Daban la sensación de cosas envejecidas. Como quien deja todo en un apuro y se va. Olvidando que quedaron a la intemperie.
La primera sorpresa fue encontrar la argolla del perro y una mancha, como si los restos del mismo se hubiesen podrido en ese mismísimo sitio. Un plato, de latón, delante de la argolla yacía, era lo que oficiaba de maceta, de una silvestre vegetación, que eligió eso como su asiento.
La suposición de que el perro hubiese muerto allí, podría ser o no cierta, pero les pareció que así fue. En tantos años de estar afuera sus restos, pudieron haberse desvanecido -por completo-  los elementos de su esqueleto.
Estos hallazgos y el no dar con la pelota de fútbol, acrecentó la innata curiosidad de los invasores. A esa altura de las circunstancias, algo indicaba que ese conjunto de cosas que veían ante sí, ese todo envejecido, nunca había sido visitado por nadie, antes de ese preciso momento.
Se impuso la duda al fin, proseguir en la búsqueda o retirarse inmediatamente. El tiempo transcurría certero, y la tarde mutaba a noche, lenta pero continuamente.
Como casi siempre, la curiosidad pudo más que la prudencia, entonces, los tres continuaron la búsqueda. A esta altura la investigación iba más allá de buscar  la pelota, era ir tras algo inesperado. Tal vez, había algo más por descubrir.
El adulto se transformó, entonces, en el guía, y los dos niños lo siguieron. Ingresaron al interior de la casa. El mobiliario estaba completo. Había cristales y platos, vasos y cubiertos puestos sobre una mesa. Todo como quien tiende una mesa para almorzar o cenar. Al lado de la mesa, un mueble viejo de buena madera y antiguos cristales, se mantenía erguido. Conservaba lo mejor de sí y de su rico contenido de cristal y plata.
¿Cómo era posible que estuviera aquello así, sin nadie que lo tocase nunca? ¿Por qué los candados y por qué adentro el conjunto estaba como quien ha decidido irse… a ningún lado?
Los niños se tomaron las manos entre sí, y junto al hombre continuaron buscando... Buscando una respuesta, que tal vez no estuviese realmente allí.
Tras mirar el lugar nuevamente, pero desde el interior, notaron que había una abertura en el piso, al costado de la puerta que da al patio. Una tapa de madera, que estaba abierta, era lo que daba la impresión de que eso era la entrada a un sótano.
Un sótano -dijeron los niños. Tal vez la pelota cayó allí –dijo el padre. Había una llave de luz justo encima de la puerta. Por si acaso, el hombre movió la perilla. ¿Casualidad...? Una luz se encendió dentro. Surgió otra pregunta, inmediatamente... ¿cómo podía haber electricidad en aquél lugar abandonado? Tal vez, sólo tal vez -pensó el hombre- ocurrió uno de esos comunes casos de traspapelado. Aunque hoy sea todo computarizado, aún ocurren cosas raras, gracias a la acción del “ser inteligente”. Como dijo el añoso y experimentado Karl una vez: “Hombre es hombre”.
Ingresaron los tres. Primero Osvaldo, el padre de Andrés. Miró en derredor y luego de un largo minuto de silencio, llamó a los chiquilines.
Como un viento, corrieron escalera abajo, los niños. El aire estaba enrarecido. Una atmósfera un tanto lúgubre y misteriosa. De repente, la luz se apagó. Quedaron totalmente a oscuras. Osvaldo tomó la iniciativa y dijo: tranquilos, quédense donde están y dejen que sus ojos se adapten a la oscuridad. Mientras tanto él, tanteando la pared, llegó a la escalera y condujo a los niños hasta allí.
Una vez arriba, los tres permanecieron un tanto mudos e inexpresivos. La pelota de fútbol no pudo ser encontrada, aún. La lámpara, que extrañamente se había encendido, se apagó. La mesa preparada como para tomar un alimento estaba, increíblemente, en un estado impecable. Como si se hubiese preparado para tomar un alimento y a último momento desistieran los comensales, pues había platos para dos.
Fueron hacia el muro -que separa la propiedad de la casa de Andrés- y lo cruzaron. El acto de traspasar tenía en sí mismo cierta magia. Una cosa era estar de un lado y, otra distinta, del otro lado de la pared. Sólo al día siguiente, cuando volvieron en busca del balón y de ese algo más, totalmente inexplicable que los atraía, lograron entender. Toda esa noche corrió vertiginosamente. Osvaldo no pudo conciliar el sueño y tampoco su hijo Andrés. Algo los mantenía en estado de vigilia, pero no atinaban a ver ese presente de noche estrellada,  sino que estuvieron abstraídos en explicar ese pasado que estaba allí, al lado, en la oscuridad.
Al día siguiente, cuando hubo amanecido y lograron desayunar, volvieron a cruzar el muro. Puede decirse que la búsqueda tuvo éxito. Quien busca al fin encuentra, la perseverancia lleva a la obtención de logros. Encontraron la pelota de fútbol. Pero hubo un hallazgo  más importante aún. Tropezaron, insólitamente también, con los antiguos moradores y dueños de la casa de al lado. Ambos estaban en su casa, o mejor dicho, estaban sus restos en el sótano, en sendas cajas de prolija confección casera, hermética y segura. Quién lo diría...                                                                    
                                                                                                   Pedro Buda 98

El cuento "La  casa de al lado" puede leerse también en Huellas de Pedro


*El cuento La casa de al lado es parte del grupo de cuentos reunidos en el libro Huellas de mis pensamientos, posible de encontrarlo en pebuwar.bubok.es

lunes, 11 de junio de 2012

Huellas de Pedro en: La Pluma Afilada



                                                     Huellas de Pedro

A partir de hoy, gracias a la posibilidad que me brinda Antonio Gallardo, quien es un periodista español, gestor del sitio La Pluma Afilada:  www.laplumaafilada.es mis cuentos irán apareciendo en tan importante página.
Tiempo atrás registré  este blog: Huellas de Pedro Buda – El formoseño en dicho sitio. Fue allá por setiembre de 2010, cuando me enteré de la existencia de un directorio de páginas en español, conocido como “Territorio Ñ”. Tiempo después, en abril de 2012 surge un ofrecimiento que rechazo por considerar que no podría cumplir con los requerimientos propuestos. Era una invitación abierta a todo el mundo en la red. Interesante. Sin embargo, en junio de 2012, aparece otra posibilidad, por sugerencia de Antonio, y accedo con mucho gusto.  
Me place informar, entonces,  que publicaré, en dicha página, un cuento semanal, en la sección: Huellas de Pedro







domingo, 27 de mayo de 2012

Colaboradores

COLOR DE LA NOCHE








La habitación totalmente a oscuras, la respiración se oía como un eco seco dentro de un espacio totalmente vacío de mobiliario, semejante a una cripta, el frío se hacia sentir de forma punzante como pequeños aguijones en la piel.
Acurrucada, envolviendo entre sus brazos las piernas, refugiada sobre el respaldo de la cama se sentía acechada.
  Tan solo el gotear del agua de la cisterna del baño rompía tenuemente el pesado sonido del silencio de la opaca noche, el frío, la soledad, la incertidumbre creada por su paranoia no le permitía conciliar el sueño
Como forma de evitar un enemigo externo, se resguarda trenzada entre sus ropas de cama, a forma de escudo protector, tiritando de frío para esa época del año casi inexistente, se dejo doblegar por el sueño que venció esa vigilia expectante de las noctámbulas amenazas.
Contradiciendo sus sensaciones invernales y más de acuerdo y acompasadas  a la cálida y estrellada noche, ingresa  en un profundo sueño producto del agotamiento físico y consecuencia inevitable de los somníferos ingeridos
Inmersa en inquietante letargo comienza  una ensoñación, agradable y placentera  que le elevaba su bajo narcisismo ,tumbada en la playa, con su piel bronceada como nunca  brillaba al sol  con la ayuda de una aceitosa emulsión que ella misma se distribuía por su cuerpo  sintiéndose  foco de atención de los adolescentes que eran bañistas y espectadores ,agobiados por el calor y extasiados por la hermosa sirena que ante si, se contorneaba de bruces al sol .Como en juego de cajas chinas  un sueño se metía dentro de otro y adormecida al sol se dejaba llevar por las fantasías de glamur y fama, tan onírica como inexistente.
La  tarde comenzaba a caer dentro de su sueño ,las frescas olas jugaban a acariciar sus pies, ella totalmente ida se dejaba ,el oleaje sonaba como a cadenas en movimiento,(cosas de los sueños se decía)el agua fría le aprisionaba los tobillos  y refrescaba las rodillas, la marea la llevaba, abrió sus ojos  para incorporarse y en ese mismo instante fue jalada de su cama por unas enguantadas manos de negro y frío cuero que la habían engrillado  y arrastraban su cuerpo encadenado fuera de su dormitorio, sus manos intentaban asirse de la cama ,del marco de la puerta ,pero todo era en vano.
Yacía en medio de la sala sujetada por sus cuatro miembros expuesta y encomendada a todos los sobre todopoderosos que la rodearan, comenzó a sentir  sobre  si, invisibles golpes precedidos de extrañas palabras .que le provocaban una reacción desconocida en ella. A pasar de sentir sus fuerzas menguadas en su cuerpo inmovilizado
Reaccionaba brusca y enérgicamente ante los invisibles  embates.
Los  sonidos cada vez se tornaban de mayor intensidad, las palabras mas fuertes, los golpes cesaron y una incandescente luminosidad abrazo  su rostro, cerro fuertemente sus parpados  para evitar la penetrante luz, giro su cara, y el suplicio culmino bruscamente
Su dormitorio estaba totalmente iluminado por el hermoso sol matinal que entraba por la ventana, la radio a un volumen estridente  y sus padres sujetándola por sus extremos, tratando de calmarla de  esa irrefrenable pesadilla  de quien era solo una victima
 En esos minutos antes de  acercarse a la vigilia
                                                                                         RAHID AL AMAD
                                                                                            20/IX/08

MÁS QUE PENA

Mas que pena, dolor me causa,
Ver esas madres flacas - lánguidas
Empujando penosamente el cochecito
De su bebe, ahora convertido a montacargas
Y con capacidad para dos sentados.
Desganadas sin fuerzas y energía,
Rodeada de sus chiquitos, como
Pollitos en torno a la gallina,
De miradas escudriñadoras y tristes,
Saboreando sus chupetes carentes de sabor
Tan llenos de ilusión.



  RAHID AL AMAD




RAHID AL AMAD es el seudónimo de Javier, un amigo que escribe desde hace tiempo y no ha publicado en otro medio más que en cierta revista de circulación interna de su trabajo. Ha estudiado Comunicación en la UTU y realizó cursos de posgrado allí. Además cursó en la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Actualmente está cursando cine en una escuela privada. 


    
                             

jueves, 17 de mayo de 2012

COLABORADORES


Mensaje a mamita*
Mamá, mamita mamá
En este rinconcito estoy
¿No me sientes? Te grito por acá y por allá
Y sólo escuchas  los latidos de mi corazón

Mamá, mita, mamá
Te quiero contar lo que sentí
Cuando en secreto por allá
En aquél rincón feliz me concebí.

Un rayo de luz brillante
Cual síntesis de miles de soles
Se fundieron en un instante
En aquél rinconcito lleno de amores.

Felicidad plena de eterna vida
Fundió en una célula cuerpo y alma
Cantos de ángeles que en fila subían
Al cielo alegres en eterna danza.

No tenía ojos pero mi alma veía
No tenía orejas pero mi corazón te oía
No tenía boca pero alimento tenía
No tenía brazos ni piernas pero yo me movía.

No sabes tú la felicidad que poseía
Protegido estaba en tu nido de amor
Era mi vida, duda no tenía,
Pero tú no sabías de ese candor.

Te llamaba una y otra vez,
Te enviaba mensajes con fuerza
Pero no entendías, tal vez
Porque el ruido de afuera más fuerte era.

Pasaron los días, hermosos fueron
Yo crecía y me formaba
Pero mi cuerpo y mi alma estallaron
Cuando sentí que ya me amabas.

Enterada estabas de mi presencia
Con alegría compartiste mi llamada
Con mi papito me abrazaste feliz
Palpando las paredes de  mi morada.

Mamá, mamita mamá
Soy feliz porque me quieres
Por favor nunca me abandones
Porque te quiero ver como tú eres.

*El autor es un abogado jubilado que prefiere permanecer en el anonimato. Pero es la primera colaboración que tengo en este blog, con una obra completa. Me consta que es autor de la obra. 

Algunos “trabajos periodísticos” fueron realizados en colaboración con compañeros de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación y constan debidamente. Pero inauguro esta sección de “Colaboradores” con este poema. 

sábado, 12 de mayo de 2012

Nuevamente gracias

Hoy quiero hacer mención de algo que escribí hace algún tiempo atrás. Tiene razón de ser porque hoy es el futuro de ayer, de ayer 2009, de ayer 2010. De ayer 16 de febrero de 2010 cuando escribí lo que dejo aquí más abajo. Los agradecimientos de entonces siguen vigentes, mi gratitud sigue aquí para con toda la gente. Hago hincapié en mi madre, pues mañana es su día, mañana festejamos en Uruguay el día de la madre.
Como cantaba Mercedes Sosa: "GRACIAS A LA VIDA"
Hoy estoy cumpliendo lo que en ese momento era un sueño, estoy estudiando nuevamente, sigo mis pasos, sigo aprendiendo, sigo luchando en el día a día.
Gracias madre, gracias madre, gracias a todos porque la vida se hace caminando juntos, más allá de que siempre estamos solos ante la decisión de cada paso por dar. Pero el camino es el mensaje... 
El gracias tiene sentido porque algunos, muchos me dijeron en ese tiempo "Volviste a nacer"
Hoy en, Facultad de Humanidades, estoy dando mis nuevos primeros pasos junto a gente con motivación, con ganas. Gente que lucha y me hace muy feliz de conocerlos. Adelante Carpe Diem

Lo que sigue es la reproducción de algo escrito en 2010:

                                                                                                             16/02/2010
Gracias…
Nuevamente vuelvo a escribir con más de dos dedos: tres. Bueno, lo importante es volver a escribir y dejar mis impresiones sobre la blanca pantalla.
Como yo no pude escribir durante mi internación, pues no estuve con todos mis sentidos funcionando 100 %, fue mi esposa quien se encargó del relato de cada uno de los días de mi internación, tras el accidente que tuve el 24 de diciembre de 2009.
El relato de los días tras el accidente tiene momentos riquísimos donde quien escribe deja impresiones del entorno, de las personas y de la situación que vive muy fuertes. La lectura de las notas me llevó a la emoción, al llanto, y por ello, tuve que leerlo con varias interrupciones. 
Hoy que me siento mejor y puedo escribir yo: ¡puedo hacerlo!... Sí, era una de las cosas que no podía y que hoy sí.
Es importante para mí haber leído las impresiones de Carmen pues ello me dio una idea cabal de lo que ellas vivieron en esos días. Me refiero a María del Carmen, Carito, Tita. Ésta última, mi madre, también escribió en el cuaderno y me transmitía, en las pocas palabras que dejó, aliento, fuerzas para seguir luchando. Eso es un documento riquísimo para mí y me resulta interesante saber que eso está allí para que yo pueda enterarme.
Reflexionar es repensar sobre los pasos dados, es rever el camino andado, es meditar sobre lo hecho y por hacer, es mirar con atención u observar, es ver un poco más allá las cosas, su contexto, sus implicancias, su incidencia en el futuro.

Pensar es hacer, pensar es accionar, es el punto de partida para la marcha. Y por medio de estas páginas estoy iniciando o continuando con mi recuperación.
Hoy es el día 54 después del accidente. Parece una eternidad y no es tanto. Casi dos meses. Es decir, casi dos meses sin escribir, pero también casi dos meses sin pensar demasiado en las cosas. Sí, porque cuando me enfrento a la máquina, cuando veo y miro la pantalla me cuestiono, me interrogo, me adentro en mi ser para sacar eso que está allí dentro. De allí surge eso de la reflexión, de la búsqueda de la imagen, de esa propia imagen que surge tras desnudar no el cuerpo, sino el alma. Es como usar una reflex que me permita saber qué es lo que captaré, lo que quedará en el celuloide y después de escasear en la digital forma.  
Por un lado veo mis dedos tecleando y produciendo letras en la pantalla, veo mis ideas en forma de texto, y me siento bien por ello. Por otro, siento que todavía mi brazo izquierdo está con la férula de cuero y me molesta un poco, como veo las heridas cerradas del antebrazo derecho y siento: satisfacción por esta mejoría. Siento el aire, el viento allá afuera pero estoy en mi casa, no en el sanatorio. Duermo en un acama pero de mi casa, no en un sanatorio. Veo televisión, camino por el barrio, saludo a la gente conocida y veo las cosas de siempre. Sin embargo hay cambios en mi derredor. Hay cambios quizás imperceptibles, quizás visibles, no importa. Hay cambios y es importante pensar en ellos. Los cambios son lo cotidiano, lo permanente. Entonces, simplemente verlos y manejarse con eso nuevo es lo importante.

Desde que pude pensar en mi situación tras salir del estado de coma inducido, o de dormido bajo efectos de calmantes, he buscado mi recuperación, mi mejoría. Ese ha sido mi punto de partida. Primero los dos pasos aquellos que llamé caminata lunar. Lo que fue antecedido por dos días de sentarme en un sillón al lado de la cama del sanatorio. Las caminatas que siguieron fueron la confirmación de que estaba no sólo vivo sino completo, que podía andar y que podía seguir… Hoy, escribir estas líneas, como fue hace un tiempo atrás, el día 12 de enero, el abrir mi correo fue saber que podía seguir haciendo algunas cosas que me permiten comunicarme, sentirme parte de otros, comunicarles a otros lo que siento, veo, creo, soy.
Estoy retomando los pasos, estoy volviendo al sendero, al camino pero, creo que debo hacerlo a la luz de nuevas reflexiones. Reflexiones sobre lo que pasó, sobre lo que hacía antes, sobre lo que hago ahora, sobre lo que deseo para mi futuro inmediato y mediato. Es importante replantearse, rever las cosas, iniciar la tarea de ajustes necesarios para volver a salir a la vida, a trabajar, estudiar, a confrontar con los otros, tras esta suerte de necesario aislamiento que me permitió curar las heridas, descansar el cuerpo y el alma. Hasta la alergia afloró…

Hoy descubrí en La Nación a un joven de 33 años que se largó a recorrer la Argentina en una bicicleta. Unos 5500 Kilómetros pensaba recorrer, y se largó nomás. Le conté de mi aventura en enero del 2009, al tiempo que le pregunté si seguía en su marcha.  Me pareció grandiosa la aventura y el apoyo que tenía, lo multifacético de su persona y las ganas de vivir que exhibía. Creo que encontrar a personas que hacen cosas similares a lo que me gusta me da más ganas de seguir haciendo las cosas.
Recorrer caminos, ver personas que van apareciendo en el recorridoo, conversar con ellos y conocer sus historias es muy interesante, edificante y llena nuestras vidas de sentidos nuevos, de formas de ver y sentir, amplia nuestro conociendo de esto que llamamos vida.

Entre las cosas que quiero rescatar es la presencia de mi madre. Se vino desde Formosa, se vino con lo que pudo, con su espíritu, con las fuerzas que tuvo y buscó ayudar como pudo. Por otro lado mi hermana escribía el 25/12/20010 en Facebook: mi hermano grave… y algo más. Lo vi mucho tiempo después y descubrí como estaba conmigo desde lejos. Fue muy interesante. Mi viejo preocupado también se puso a hablar un día casi una media hora, sin tener en cuenta el gasto que le significaba esa llamada. Cosas pequeñas, pero significativas. Una más, y la menos importante, toda la gente que llamó y se preocupó por mi en todo el tiempo que estuve internado. Una cosa muy fuerte que merece un punto parte.

Lo supe porque Carmen me contó, y también Carito, que mucha gente llamó queriendo saber por mi estado de salud. Y no eran cobradores… Descubrí  a un montón de gente que dio pasos más allá del simple saludo, del hola cómo estás, y redescubrí a personas que siempre estuvieron pero que, como es respetable, cada uno en su lugar. Esa gente, sus gestos, son y fueron, motivos de alegría, fueron y son alientos que llegan y se quedan, son fuerzas que me permiten tomar con más compromiso esto de vivir. Esa gente de la parroquia, del colegio, del Paraguay, de Formosa, de Bs. As., de Rivera, de Minas de Corrales, esa gente a quienes tanto tengo que agradecer. Y no sé muy bien cómo lo haré. Pero sí sé que me han hecho un bien enorme por el sólo hecho de preguntar por mí. Les digo, desde estas páginas: Gracias.   

miércoles, 2 de mayo de 2012

ALIANZO RANK

Alianzo Rank de Uruguay
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