Como cantaba Mercedes Sosa: "GRACIAS A LA VIDA"
Hoy estoy cumpliendo lo que en ese momento era un sueño, estoy estudiando nuevamente, sigo mis pasos, sigo aprendiendo, sigo luchando en el día a día.
Gracias madre, gracias madre, gracias a todos porque la vida se hace caminando juntos, más allá de que siempre estamos solos ante la decisión de cada paso por dar. Pero el camino es el mensaje...
El gracias tiene sentido porque algunos, muchos me dijeron en ese tiempo "Volviste a nacer"
Hoy en, Facultad de Humanidades, estoy dando mis nuevos primeros pasos junto a gente con motivación, con ganas. Gente que lucha y me hace muy feliz de conocerlos. Adelante Carpe Diem
Lo que sigue es la reproducción de algo escrito en 2010:
16/02/2010
Gracias…
Nuevamente
vuelvo a escribir con más de dos dedos: tres. Bueno, lo importante es volver a
escribir y dejar mis impresiones sobre la blanca pantalla.
Como yo no pude escribir durante
mi internación, pues no estuve con todos mis sentidos funcionando 100 %, fue mi
esposa quien se encargó del relato de cada uno de los días de mi internación,
tras el accidente que tuve el 24 de diciembre de 2009.
El relato de
los días tras el accidente tiene momentos riquísimos donde quien escribe deja
impresiones del entorno, de las personas y de la situación que vive muy
fuertes. La lectura de las notas me llevó a la emoción, al llanto, y por ello,
tuve que leerlo con varias interrupciones.
Hoy que me
siento mejor y puedo escribir yo: ¡puedo hacerlo!... Sí, era una de las cosas
que no podía y que hoy sí.
Es importante
para mí haber leído las impresiones de Carmen pues ello me dio una idea cabal
de lo que ellas vivieron en esos días. Me refiero a María del Carmen, Carito,
Tita. Ésta última, mi madre, también escribió en el cuaderno y me transmitía,
en las pocas palabras que dejó, aliento, fuerzas para seguir luchando. Eso es
un documento riquísimo para mí y me resulta interesante saber que eso está allí
para que yo pueda enterarme.
Reflexionar es
repensar sobre los pasos dados, es rever el camino andado, es meditar sobre lo
hecho y por hacer, es mirar con atención u observar, es ver un poco más allá
las cosas, su contexto, sus implicancias, su incidencia en el futuro.
Pensar es
hacer, pensar es accionar, es el punto de partida para la marcha. Y por medio
de estas páginas estoy iniciando o continuando con mi recuperación.
Hoy es el día 54 después del
accidente. Parece una eternidad y no es tanto. Casi dos meses. Es decir, casi
dos meses sin escribir, pero también casi dos meses sin pensar demasiado en las
cosas. Sí, porque cuando me enfrento a la máquina, cuando veo y miro la
pantalla me cuestiono, me interrogo, me adentro en mi ser para sacar eso que
está allí dentro. De allí surge eso de la reflexión, de la búsqueda de la
imagen, de esa propia imagen que surge tras desnudar no el cuerpo, sino el
alma. Es como usar una reflex que me permita saber qué es lo que captaré, lo
que quedará en el celuloide y después de escasear en la digital forma.
Por un lado
veo mis dedos tecleando y produciendo letras en la pantalla, veo mis ideas en
forma de texto, y me siento bien por ello. Por otro, siento que todavía mi
brazo izquierdo está con la férula de cuero y me molesta un poco, como veo las
heridas cerradas del antebrazo derecho y siento: satisfacción por esta mejoría.
Siento el aire, el viento allá afuera pero estoy en mi casa, no en el
sanatorio. Duermo en un acama pero de mi casa, no en un sanatorio. Veo
televisión, camino por el barrio, saludo a la gente conocida y veo las cosas de
siempre. Sin embargo hay cambios en mi derredor. Hay cambios quizás
imperceptibles, quizás visibles, no importa. Hay cambios y es importante pensar
en ellos. Los cambios son lo cotidiano, lo permanente. Entonces, simplemente
verlos y manejarse con eso nuevo es lo importante.
Desde que pude
pensar en mi situación tras salir del estado de coma inducido, o de dormido
bajo efectos de calmantes, he buscado mi recuperación, mi mejoría. Ese ha sido
mi punto de partida. Primero los dos pasos aquellos que llamé caminata lunar.
Lo que fue antecedido por dos días de sentarme en un sillón al lado de la cama
del sanatorio. Las caminatas que siguieron fueron la confirmación de que estaba
no sólo vivo sino completo, que podía andar y que podía seguir… Hoy, escribir
estas líneas, como fue hace un tiempo atrás, el día 12 de enero, el abrir mi
correo fue saber que podía seguir haciendo algunas cosas que me permiten
comunicarme, sentirme parte de otros, comunicarles a otros lo que siento, veo,
creo, soy.
Estoy
retomando los pasos, estoy volviendo al sendero, al camino pero, creo que debo
hacerlo a la luz de nuevas reflexiones. Reflexiones sobre lo que pasó, sobre lo
que hacía antes, sobre lo que hago ahora, sobre lo que deseo para mi futuro
inmediato y mediato. Es importante replantearse, rever las cosas, iniciar la
tarea de ajustes necesarios para volver a salir a la vida, a trabajar,
estudiar, a confrontar con los otros, tras esta suerte de necesario aislamiento
que me permitió curar las heridas, descansar el cuerpo y el alma. Hasta la
alergia afloró…
Hoy descubrí
en La Nación a un joven de 33 años que se largó a recorrer la Argentina en una
bicicleta. Unos 5500 Kilómetros pensaba recorrer, y se largó nomás. Le conté de
mi aventura en enero del 2009, al tiempo que le pregunté si seguía en su
marcha. Me pareció grandiosa la aventura
y el apoyo que tenía, lo multifacético de su persona y las ganas de vivir que
exhibía. Creo que encontrar a personas que hacen cosas similares a lo que me gusta
me da más ganas de seguir haciendo las cosas.
Recorrer
caminos, ver personas que van apareciendo en el recorridoo, conversar con ellos
y conocer sus historias es muy interesante, edificante y llena nuestras vidas
de sentidos nuevos, de formas de ver y sentir, amplia nuestro conociendo de
esto que llamamos vida.
Entre las
cosas que quiero rescatar es la presencia de mi madre. Se vino desde
Formosa, se vino con lo que pudo, con su espíritu, con las fuerzas que tuvo y
buscó ayudar como pudo. Por otro lado mi hermana escribía el 25/12/20010 en
Facebook: mi hermano grave… y algo
más. Lo vi mucho tiempo después y descubrí como estaba conmigo desde lejos. Fue
muy interesante. Mi viejo preocupado también se puso a hablar un día casi una
media hora, sin tener en cuenta el gasto que le significaba esa llamada. Cosas
pequeñas, pero significativas. Una más, y la menos importante, toda la gente
que llamó y se preocupó por mi en todo el tiempo que estuve internado. Una cosa
muy fuerte que merece un punto parte.
Lo supe porque
Carmen me contó, y también Carito, que mucha gente llamó queriendo saber por mi
estado de salud. Y no eran cobradores… Descubrí
a un montón de gente que dio pasos más allá del simple saludo, del hola
cómo estás, y redescubrí a personas que siempre estuvieron pero que, como es
respetable, cada uno en su lugar. Esa gente, sus gestos, son y fueron, motivos
de alegría, fueron y son alientos que llegan y se quedan, son fuerzas que me
permiten tomar con más compromiso esto de vivir. Esa gente de la parroquia, del
colegio, del Paraguay, de Formosa, de Bs. As., de Rivera, de Minas de Corrales,
esa gente a quienes tanto tengo que agradecer. Y no sé muy bien cómo lo haré.
Pero sí sé que me han hecho un bien enorme por el sólo hecho de preguntar por
mí. Les digo, desde estas páginas: Gracias.
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Atte. Pedro Buda