domingo, 17 de julio de 2016

8 años de Huellas de Pedro Buda – el formoseño

En diciembre de 2016 se cumplen ocho años desde que inicié la aventura  de navegar al frente de mi primer blog: Huellas de Pedro Buda – el formoseño.


Con la idea de compartir mis cuentos, mis proyectos con los habitantes del vasto mundo, más allá del territorio que piso, se fue gestando cada entrada, cada página. El resultado de este camino es lo que se puede ver y escuchar al recorrer el blog Huellas...
Como parte de este sueño, que inició en Diciembre de 2008, incorporé Radio Huellas de Pedro Buda. A lo que siguió Radio Huellas de Pedro Buda II como medio para difundir archivos de los audios de entrevistas o archivos de audiolibros. Proyecto que sigue en pie y que se irá incrementando en la medida que pueda ir trabajando en ellos.
También es parte del mismo proyecto comunicativo el canal en Youtube Formowar. En el mismo pude compartir mi gusto por las aves en un principio, incorporé otros cortos donde pude experimentar, sin ninguna presión, la realización de cortos. Finalmente incorporé la entrevista vía videoconferencia. Fue la segunda oportunidad que lo llevé adelante, pero que pude lograr los resultados esperados ̶ entiéndase video de una entrevista ̶   recién en la segunda instancia. Por el resultado doy gracias a las entrevistadas, dos escritoras a quienes admiro (Diana Pinedo Ortega y Liliana Marisa Robles).
 Con el tiempo necesité crear otros blogs para difundir mis notas periodísticas o trabajos vinculados con la comunicación periodística o el gusto por la fotografía y las aves: Huellas de Pedro Buda – Comunicador, Río de los Pájaros y Nuestras Huellas en la Era Digital. Pero eso es otra historia.
En esta entrada voy a invitarlos a recorrer las páginas de este blog: Página Principal (donde encontrarán cuentos, avisos sobre nuevas publicaciones, recordatorios de los enlaces para llegar a los sitios de donde descargar mis libros o donde comprarlos, alguna que otra reflexión y también imágenes varias, además de información sobre algunas actividades que realicé como entrevistas con algún escritor uruguayo, tal el caso de la entrevista mantenida con el escritor Omar Dive Quefau); Nuevos caminos de mis huellas   (donde comparto los sitios en que mis cuentos o libros han sido compartidos, espacios del cybermundo que me permiten difundir mis escritos, mis huellas); Mis notas periodísticas en otros medios (como su nombre refiere, allí dejo constancia de los lugares donde se publicaron mis notas periodísticas. *Cabe acotar que el medio digital El Mirador de Sudamérica no está más en la red, sin embargo, quedan las capturas registradas y que comparto en la página); Huellas de otros escritores (es un punto de encuentro con escritores vinculados a la red Social Falsaria).
Tanto al final del blog como en la zona lateral hay enlaces a sitios vinculados con la escritura, la fotografía y con algunas cosas más.
Estimados cybernautas les estoy muy agradecido por estar allí, juntos hemos recorrido este camino, juntos hemos dejado huellas. En estos 8 años escuché sus sugerencias y así fui creciendo. Un día, uno de ustedes, me sugirió que publicara mis escritos en la Editorial Bubok. Y así lo hice un tiempo después. Qué buen consejo, qué buena oportunidad me diste, amigo lector, amigo cybernauta cuyo nombre no recuerdo, aunque no por ello, menos importante en esta aventura.
Hoy, en el transcurso de este décimo año, también quiero agradecer a los bloggers que me respaldaron de una u otra forma, a los que compartieron conocimiento, a los que me enlazaron, como Francisco Brotons en su blog El café del autor, a los que incondicionalmente me permitieron compartir mis cuentos en sus sitios como el periodista Antonio Gallardo, en su blog La pluma afilada. Blog donde me asignó una sección: "Huellas de Pedro", para mostrar mis cuentos. Podría seguir nombrando sitios y personas, pero son muchas, las que de una manera u otra han colaborado para que mis huellas, en cualquiera de sus formas (cuentos, novela, relato de viaje, libros de investigación periodística...) lleguen a más lectores, de otras tierras, de otros países, de otras ciudades, de otros caminos...  Y eso es solidaridad bien entendida.
Simplemente, gracias. Gracias por permitirme compartir estas Huellas de Pedro Buda – el formoseño. 

miércoles, 13 de julio de 2016

Cuento - El libro del abuelo Jesús




Siendo niño me gustaba oír las historias de mi abuelo. Él, a su modo, jugaba con nosotros, sus nietos. No como jugaría un adulto mayor tal como vemos en una tanda televisiva de publicidad o en una imagen fotográfica de un medio cualquiera. No, así no.
Don Jesús era el modo como se referían a él sus vecinos. Y de eso estaba muy orgulloso. Es decir, buscaba hacer honor al nombre que eligieron sus padres. Era el séptimo hijo. En realidad el noveno, pero dos de sus hermanos habían fallecido al poco de nacer. Los padres querían hijos varones pero, sin embargo, la vida les dio en su mayoría, mujeres.
Siendo chicos siempre lo llamamos señor, por la costumbre que teníamos en la zona de las tierras color sangre. Cada mañana, al verlo al abuelo le pedíamos su bendición. Él accedía siempre y nos regalaba algún caramelo, generalmente. Pasábamos mucho tiempo sin verlo, pues por temporadas se ausentaba por razones de trabajo. A veces, su ausentaba un par de meses. Cuando volvía nos traía regalos. Eso, según contaba mi abuela, fue siempre así. Pero sus ausencias, en mi niñez no se debían a motivos laborales, sino a una costumbre muy arraigada. Esas razones me fueron reveladas por mis tías sólo al llegar a mi juventud, no antes.
Una tarde conversando con él, bajo un árbol de mango, me animé a preguntarle por un libro que guardaba en un cajón de la cómoda de su habitación. Le mencioné que de niño lo había descubierto, que leí algo de su contenido, pero nunca capté el verdadero significado de cuanto estaba allí anotado.
Mi abuelo sonrió. Luego de una pausa me ilustró sobre una realidad totalmente desconocida por mí.     
̶ No es ningún secreto. Pero es sí información comprometedora, o al menos que sería relevante en alguna suerte de investigación... Contiene información, detalles sobre gente muy joven, niños que estuvieron a cargo, como yo, de don Pascual.
̶ Interesante  ̶ dije, alentándolo a proseguir.
El abuelo se puso serio, pero confesó estar feliz por poder compartir sobre el asunto. Así que ingresó a su habitación y trajo el libro. Él era un lector ávido. De todo lo que encontraba en sus viajes siempre comentaba o incluso traía algunos libros que le regalaban pues en su mayoría no podía comprárselos. Sin embargo, eso no impedía que accediera a ellos. Era veloz leyendo. Esa lectura le permitía tener una conversación interesante y con ello ganaba la buena voluntad de sus interlocutores que le permitían leer esos libros que no estaban a su alcance comprarlos.     
Jesús, mi abuelo, volvió con el libro que yo había visto siendo niño. Me pareció más pequeño de lo que lo recordaba. Era un viejo libro de asientos contables que tenía información sobre una empresa y  además figuraban nombres y fechas. No eran muchos, una treintena.
 ̶ Los nombres que ves aquí son de niños que el señor Pascual recibió, con la promesa a sus padres de enviarlos a la escuela, ocuparse de su alimentación, de brindarles un lugar en su vivienda. Y lo que hizo, en realidad, fue usarlos como mano de obra barata, en sus campos o en la ciudad  ̶ Jesús comentó.

̶ ¿Y tú cómo conseguiste este libro abuelo?
̶ Mirá... Esto quedará entre nosotros. Lo tomé del escritorio del señor Pascual  un año antes de dejar la hacienda. Nos castigaron cuando no se encontró pero no dije nada. Consideré que era algo valioso, que serviría como prueba de lo que me parecía no estaba bien. Pero...
̶ ¿Pero... ?  ̶ Insistí.
̶ No, no sirvió. Aún no. Pues poco se sabe y todo lo que se dice sobre el laburo de los mita'i "se maquilla", como dicen ahora. Y antes las condiciones eran peores. Había menos posibilidades de conocer lo que hacían los dueños de estancias o de las grandes casas de la ciudad. Parte de nuestra cultura, quizás.  
̶  ¿Y la lista de nombres?
̶ Son los nombre s de los niños y adolescentes que pasaron por la estancia y la casa en los años en que se registró en el libro. Desde 1909 hasta 1930, aproximadamente. Pero la cosa siguió después e incluso aumentó la cantidad de niños que pasaron por las manos del viejo Pascual y su familia.
̶ ¿Y qué hacían los niños abuelo? Pues supongo que no todos hacían los mismo.      ̶ propuse. 
̶ Pareces un periodista con tus preguntas che  ̶ replicó mi abuelo. 
̶ Bueno... Quizás pueda hacer algo, quizás pueda continuar con lo que empezaste, me refiero a darle luz a lo que sucedía. Este libro es parte, como una prueba ¿No? Tengo un amigo que quizás pueda ayudarme. Eso si tú lo crees conveniente, claro...
̶ Sí, quizás sea una buena idea. Bien... Te contaré qué hacíamos los niños en esos tiempos. Algunos trabajaban en la agricultura, otros con el ganado, otros en la ladrillería y unos cuantos en las casas de la ciudad. Había más de una. Pero, en todos lados, pasábamos mal en general.
Algún día me gustaría contar las cosas que pasamos en esos campos. Pero la vida se me está pasando y quizás no pueda. Por eso...  ̶ en este punto se le quebró la voz.
̶ Por eso conservaste el libro... ̶ le mencioné.
̶ Sí, claro. Es una prueba de lo que pasó allí. Están anotadas incluso las defunciones. ¿Ves aquí esta señal?  ̶ me mostró una cruz, apenas visible al costado de un nombre, que estaba acompañada de una fecha.   
̶ Interesante... ̶ le dije para entusiasmarlo y que me cuente más.
̶ Pues eso indica que un niño o adolescente murió. No era lo común. Pero sí las golpizas, el castigo. Y el domingo íbamos a misa. Y ahí, a callarse.
̶ ¡Qué historia Jesús! ¡Qué historia! Abuelo te agradezco que me hayas confiado todo esto.
̶ Bueno... Pero no pude hacer nada por esos chicos. Por los que vinieron después de mí.
̶ Abuelo, cuenta esta historia. Cuéntala. Cuéntala como cuando éramos niños nos contabas cosas mientras hacías los bodoques. Seguro que tu historia, tarde o temprano, se conocerá como "El libro del abuelo Jesús".
̶ Suena pretencioso. Me bastaría con que se sepa y no quede en el olvido.
Pedro Buda
                                                                                                                                                      2016  
*Este cuento forma parte del  libro Criados... En la Tierra Roja 
Puedes ver más libros de mi autoría en bubok Argentina

jueves, 7 de julio de 2016

Criadazgo

Sinopsis de siete cuentos sobre un mismo tema: Criadazgo

En esta entrada voy a dejar las sinopsis de siete cuentos recientemente creados. Todos giran en torno a un mismo tema. 
Más adelante compartiré los cuentos en algún formato que aún no tengo definido. Seguramente, será en un libro digital, pero eso aún lo estoy trabajando. 
Creo que es mi manera de aportar a una campaña por sensibilizarnos más con un tema que por estar tan delante de nuestros ojos, no lo vemos. 
Los invito a leer, entonces, las sinopsis de los  siete cuentos.


Eusebio se fue

Un hombre se encuentra en la calle con dos niños. Uno de ellos llora desconsoladamente y el otro le cuenta al hombre la causa. Días después sueña con el niño que lloraba;  éste, en el sueño, le dice "adiós".
  
Eusebio se fue - 
CC by - 
Walter Hugo Rotela González 

 

La dueña es la criadita

Dos amigas están de compra en un mercado. Una de ellas comenta con la otra que una criadita, a la que conocieron de niña, ahora es la dueña de un hotel importante, llamado Hotel Esperanza.
 
La dueña es la criadita - 
CC by - 
Walter Hugo Rotela González 


Marito Pirú

Don Mario escucha en la televisión sobre la brutal muerte de una criadita a manos de su cuidador. Eso le recuerda su propia historia como criadito, las golpizas y la aceptación de todo eso como parte del folklore.
 
Marito Pirú - 
CC by - 
Walter Hugo Rotela González 



Sy, sy, sy

Mariana es una criadita, una niña cuyos padres la pusieron a cargo de otros adultos, con mayores posibilidades económicas, quienes prometieron enviarla a la escuela y brindarle sostén necesario. Una siesta calurosa, asustada, trepa a un árbol y desconsolada llama a su madre, ante la insistencia del patrón de que suba a su falda.
 
Sy sy sy - 
CC by - 
Walter Hugo Rotela González 


Victoria

Victoria es una mujer mayor, sin hijos, que carga con un pasado de dolor, con recuerdos infelices de su niñez como criadita. Una mañana tras mirar, como es su costumbre, la salida del sol, acude, sin querer, a un templo. Conversa con el párroco y le cuenta sobre ese fastidioso pasado.
 
Victoria - 
CC by - 
Walter Hugo Rotela González 


Don Estanislao

Salvatore es un joven que está a punto de casarse. Fue un criado de don Abelino y su familia  desde los cinco años y trabajó desde los seis. Le solicita a su actual empleador que lo ayude a encontrar a su familia. Por intermedio de un sacerdote, amigo de su empleador,  se entera que su padre, don Estanislao, aún vive.
 
Don Estanislao - 
CC by - 
Walter Hugo Rotela González 


El libro del abuelo Jesús

Don Jesús fue un criadito que conservó un libro donde figuraban los datos de niños, cuyos padres dejaron a sus hijos a cargo de otros adultos con condiciones económicas mejores. Su nieto, de niño, descubrió el libro y ahora, en su adultez, el abuelo le narra sobre el contenido del mismo y sobre su deseo de que el relato de la realidad no se maquille para presentarla mejor.   
 
El libro del abuelo Jesús - 
CC by - 
Walter Hugo Rotela González 



lunes, 30 de mayo de 2016

La Vuelta Fermosa desde mi lente Parte I


viernes, 13 de mayo de 2016

Cuento: Soy Doctor

Los hechos relatados en este cuento se basan en algo que sucedió. Los nombres y parte de las situación fue cambiada, pero no lo principal de la situación.
Los invito a leer y luego a pensar sobre el tema.



Quien me relató el caso trabaja como guardia de seguridad, en el frente de una empresa bancaria prestigiosa, de la ciudad.
Una noche, ve aproximarse un vehículo a una zona donde habitualmente no se permite estacionar a los autos, pues ese sector de la superficie se ocupa para otros fines. Se acerca al conductor del vehículo y le solicita que retire el coche de la zona, pues la orden del gerente, expresamente, solicita que esa zona quede despejada de vehículos, por razones fundadas que sólo él conoce, y otras personas, poca; pero que no necesita explicar. Simplemente, como directivo de la institución así lo hace saber y debe cumplirse.
El conductor del coche se negó a mover el vehículo. No conforme con eso apagó el motor y se bajó.
La noche estaba fría, y el veterano guardia sintió que si le sumaba al frío el pasar un mal momento, quizás, solo quizás, le podría dar un infarto, entonces la dejó pasar. Pero le sugirió que por el bien de mantener su puesto de trabajo, retirara el coche de la zona, pues el gerente, en poco menos de una hora bajaría del  piso 21 y le recriminaría sobre el asunto del coche y hasta podría despedirlo.
El joven, con actitud desdeñosa, le increpó que no se metiera, que era un inservible, un inútil. A lo que el guardia le respondió que estaba muy equivocado. Le contó que, además de trabajar allí, era patrón de su propio negocio y poco más, pues entendió que su interlocutor comenzaba a burlarse y, además le increpó: "Mirá, si te parece te traigo una autorización firmada por tu gerente y certificada por un escribano".  
El guardia, se calló, se metió en la cabina de plástico donde pasa las noches como modo de protegerse de las inclemencias del tiempo. Contó hasta mil novecientos noventa y nueve y siguió.
El veinteañero conductor, no paró. Mientras se retiraba dejó muy claro su profesión: "Soy doctor, médico, me entendés".
El guardia se preguntó, entonces: "¿Para esta educación de nuestros hijos pagamos los impuestos? ¿Para esto nos descuentan del sueldo esto y aquello? ¿Para "educar" en qué valores estamos invirtiendo los ciudadanos?
Lo que me llamó la atención  −según me contó el guardia− fue la expresión del jovencito: "Soy doctor".
Pedro Buda
2016

domingo, 8 de mayo de 2016

Mis libros en Bubok


Los invito a descargar mis libros de la Editorial Bubok.
                                                                  Serie Túneles




sábado, 30 de abril de 2016

Que te parta un rayo




Dos días atrás, una amiga me confió algo que le sucedió hace poco más de una semana. Eran como las seis de la tarde y la noche empezaba a caer. Sí, la gruesa capa de nubes teñía la atmósfera dejándonos a oscuras. Hacía frío y ella tiritaba, casi balbuceaba. Primero pensé que por efecto del frío, luego comprendí que era por algo más.
El fin de semana pasado había salido con unas amigas a tomar algo y luego a cenar, después de ver una película. Fue el clásico encuentro de amigas que se reúnen una vez al mes. Son un reducido grupo de seis mujeres, de las cuales, sólo una no accedió a llevar la argolla en su dedo anular. Al respecto suele decir: "No me agarran ni borracha".
Aquél fin de semana, cuando el reloj marcó las 4 de la madrugada del sábado, decidieron despedirse y tomaron un taxi tres de ellas. Las otras andaban en su propio auto e iban en direcciones opuestas. Al despedirse nunca imaginaron lo que vivirían minutos después.
Jésica, la amiga que me relató lo ocurrido, vive en una zona apartada, suburbana. Algo pasó cuando andaban por una calle arbolada en sus márgenes, con los conocidos plátanos, cuyos troncos y ramas semejan grandes manos emergiendo de la tierra. Más aún impresionan cuando la luminaria le brinda ese aspecto rojo-anaranjado, con ese tinte a sangre, tan característico de algunas zonas de la ciudad.
Iban por una avenida – relató Jésica – y le pareció que avanzaban más lentamente que antes. Los focos de luz de la calle parpadearon de repente. De hecho, se apagó toda una hilera de luces.
Llegaron a un cruce de la avenida con las vías del ferrocarril cuando... Todas las luces se apagaron. En ese preciso instante, un relámpago iluminó más allá de los árboles. Todo estaba anegado. El agua cubría la superficie de los campos hasta donde ella podía ver. La lluvia, los días previos, había caído sin parar.
Quedaron a oscuras. El motor del auto hizo un raro ruido y se apagó. En ese instante el chofer bajó del vehículo. "Pensamos que bajó a revisar el motor; pero no. El tipo siguió caminando hacia adelante del auto, las luces lo alumbraban. Siguió hasta perderse de nuestra vista. Nos había abandonado" –comentó mi amiga, casi tartamudeando.
El viento soplaba y de la sorpresa pasaron a un estado de pánico. "Quisimos darnos ánimo, pero todo en derredor era caótico". Habían ramas caídas, el viento soplaba con cierta fuerza, rayos y relámpagos por doquier. Finalmente, las luces del coche se apagaron.
̶ No es cierto –le dije. Estás mintiendo.
̶ No... Salimos del auto y corrimos hasta donde aún había luces sobre la porción de la avenida que habíamos pasado. Ni un alma. Nadie andaba por la calle. El agua comenzó a caer con más fuerza. El frío caló los huesos. Unos tipos se asomaron por una puerta que permitía ver luz en su interior. Era un boliche donde los hombres se juntan a beber y jugar al billar. Nos invitaban a entrar, nos hacían gestos para que nos acercáramos. Buscábamos ayuda; pero... No, no parecía una buena opción ingresar al bar.
̶ ¿Y qué hicieron entonces? –Pregunté, a esa altura muy interesado en lo que iba relatando.
̶ Seguimos caminando, de a ratos al trote, pero el frío y la lluvia no nos permitía mucho más que unos pocos metros. Finalmente, un patrullero nos vio. Y, cuando les contamos lo sucedido a los policías, no nos creyeron. Sin embargo, nos alcanzaron a una parada de ómnibus. Amanecía.
Tras contarme lo sucedido me explicó que no entendieron ¿por qué el chofer salió del auto, del modo que lo hizo? O  ¿Por qué se apagó el motor, las luces de la calle y todo casi al mismo tiempo? Vieron en el informativo, al día siguiente, que el auto fue encontrado donde ellas habían bajado, en tanto que el chofer, apareció cientos de metros más adelante, muerto. Un rayo lo había alcanzado.
̶ Te juro –finalizó mi amiga− que le grité al tipo, mientras se iba: "Que te parta un rayo"... Pero nunca creí que...
Pedro Buda
                                                                                                                                     2016
*Gracias Cristina y Verónica por compartir huellas... que luego adquieren estos formatos.  
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...