viernes, 17 de abril de 2020

Mis audiolibros ¿Qué, por qué, cómo, cuándo, dónde?

Canal en ivoox: 

Captura de pantalla del blog Huellas de Pedro Buda - el formoseño


En esta entrada de mi blog principal hoy comentaré sobre por qué empecé a realizar los audiolibros y algunas cosas más. 

   El primer audiolibro de uno de mis cuentos fue creado por la gente de creahistorias.com, sitio al que hoy no se puede acceder. Se denominó trailer sonoro del cuento Comunicaciones. Duraba tres minutos y estaba muy bien armado. La voz era de una mujer quien leía e interpretaba el texto. Los sonidos que usaron en ese archivo daban una dimensión increíble al pasaje del texto leído. Y entonces pensé y me planteé: ¿Por qué no lo haces tú? Y así surgió el primer archivo de audio de un cuento completo, creado íntegramente por mí, es decir, el texto y el audio. Ese audio fue el del cuento: El  Café de Gurbindo. Pueden escucharlo aquí abajo.


   Navegando en la red de redes, noté que existía todo un mundo de materiales en archivos de audio, incluso la editorial donde publico mis libros, en autoedición, me lo propuso. Pero preferí realizarlos yo, puesto que tenía las herramientas. ¿Qué herramientas? Pues durante el cursado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, de la Universidad de la República (Udelar), cursé el taller de radio y allí aprendí lo necesario. Tenía el programa de edición y los cuentos. Por eso decidí hacerlos yo mismo. 

   Son, en general, lecturas de los cuentos con ambientación sonora, es decir busco crear el ambiente sonoro, el paisaje sonoro que permita acompañar la lectura con elementos que remarquen algún aspecto del cuento, o que permitan pensar en algo que no se dice en principio pero que quizás se sugiere. Es decir, hay un proceso creativo también allí. Como ejemplo me gustaría compartir el audiolibro del cuento Cacería en enero, que se puede escuchar abajo. 


Así fui creando otros audios y si bien propuse a varias personas para que leyeran los cuentos para tener otras voces, no logré interesados, por lo que seguí adelante. Usé mi voz y todas las herramientas a disposición para crear más audiolibros. Los hago con mi notebook, ó, computadora portátil y en la tranquilidad de la noche. 

Insisto en aclarar que mis audiolibros son 'lecturas' de mis cuentos, sin interpretación, más allá de lo que mi conocimiento particular me permita modular la voz, pero sin tener herramientas de actuación. Y no sé si quiero hacerlo de ese modo. Eso lo hace quien tiene el estudio para ello, la capacitación adecuada, pero no es mi caso. El objetivo sigue siendo llegar a quienes no pueden leer, a quienes desean escucharlos aunque puedan leer, y para darme el gusto personal de crear una versión más de mis cuentos. 

Mis audiolibros tienen en común con mis cuentos o cualquiera de mis otras expresiones comunicacionales la marca de ser el producto de trabajo, trabajo y más trabajo personal. De ser lo que son por el aprendizaje que logré en el transcurso de hacerlo, de poner en práctica lo que me enseñaron el la licenciatura y de buscar siempre lo mismo: aprender a aprender. 

Espero se animen a escuchar los audiolibros en mi canal de ivoox. Encontrarán, además de los audiolibros, entrevistas y algún par de cosas más que se me ocurrieron incluir. 

Hasta la próxima estimados lectores y escuchas, seguidores u ocasionales navegantes que lleguen hasta estas huellas. 
   
  

viernes, 27 de marzo de 2020

El portal bajo el puente - audiolibro

Les dejo el audiolibro del cuento: El portal bajo el puente.




Este cuento está publicado también en Opulix:

martes, 24 de marzo de 2020

Mis audiolibros

Estimados seguidores del blog y visitantes ocasionales del mismo, hoy les cuento que agregué tres archivos de audio más al Programa Audiolibros, de mi canal de radio: Radio Huellas de Pedro Buda II.   

Captura de pantalla

  El canal de radio es otra vía de comunicación para compartir mis cuentos, notas o entrevistas. En esta oportunidad los invito a escuchar tres cuentos en formato audiolibro. 
  El cuento "El sonido del tren en movimiento" está precedido por una introducción donde pongo en conocimiento sobre los cuentos que conforman el libro: Cosas curiosas en los caminos de las cumbres. Luego continúa sí, con el cuento, el cual trata, justamente, de lo que escucharon un grupo de personas, el sonido de un tren en movimiento, al pasear por un cementerio de trenes. 
  
El sonido del tren en movimiento -
CC by -
Walter Hugo Rotela González

El cuento "La señal" trata sobre lo que ven unos turistas, unas luces. Las que, aparentemente, partiendo desde una nube se proyectan sobre una zona de altas cumbres.



La señal -
CC by -
Walter Hugo Rotela González


  Por último, el cuento, en versión audiolibro, "Almas danzantes en las cumbres bolivianas", expone sobre unos turistas que registran fotos como cualquiera, pero al verlas luego de un tiempo consideran extrañas dichas nubes fotografiadas, pues tienen formas similares, en distintos puntos de su viaje, por no decir... iguales.

Almas danzantes en las cumbres bolivianas - CC by - Walter Hugo Rotela González

Captura de pantalla
Los cuentos mencionados aquí forman parte del libro "Cosas curiosas en los caminos de las cumbres", el cual puede descargarse desde la plataforma de la Editorial Bubok.

domingo, 23 de febrero de 2020

La señal

La señal es el título del cuento que comparto más abajo. Forma parte del libro "Cosas curiosas en los caminos de las cumbres". Si bien todo lo escrito en el libro es ficción, algunos pobladores dicen haber escuchado o visto cosas extrañas en la zona del salar de Uyuni, y fue eso lo que me motivó a escribir este libro de cuentos.

La imagen fue registrada por Walter Rotela 

La señal


Salió la travesía por la zona de volcanes el tercer día de las tan planificadas vacaciones. Estaba fresco y parcialmente nublado. El pronóstico indicaba momentos de lluvia, pero serían periodos cortos, donde la mayor probabilidad era de agua nieve. Eso es raro para quienes no vivimos en zonas de alta montaña, pero no para quienes habitan arriba de los 3.500 o 4.000 metros sobre el nivel del mar, en la zona de la precordillera.
Salimos a las 4,30 de la madrugada para poder registrar la salida del sol. Eso era un esfuerzo importante por cuanto estuvimos bebiendo un vino de la región hasta entrada las dos de la madrugada. Pero el cuerpo aguanta, aguanta y aguanta. Un trago de café bien amargo siempre repone de aventuras nocturnas. La salida se pospuso una media hora por nuestra culpa. Era difícil despertar y aprontar lo necesario para el día. Una mochila cargada con lo básico para darse un baño en las zonas de aguas termales, un poco de crema hidratante para el sol y las gafas oscuras.
Con ganas, pero también con paso lento, nos dirigimos a las camionetas que nos llevarían a recorrer los más de 200 kilómetros de distancia por la zona de volcanes y montañas. Gruesas nubes nos acecharon por doquier a lo largo del camino. Pocas veces la luz fue total. En medio de una zona de rocas extrañas, con forma de árbol, según el guía, nos detuvimos para hacer registros fotográficos. Alguien se adormeció, le pusieron música con más volumen del disfrutable y pronto se despabiló.
El aire estaba de fresco a frío, pero seco. La vegetación parece no existir, pero sí hay, sólo que en una forma que no es tan posible visualizar para quienes no conocemos estos parajes, tan particulares. Al punto que al ver comer a las vicuñas o a las llamas, alguien preguntó: ¿De qué se alimentan? El conductor y guía contestó rápido y con picardía: “Comen piedritas, no ven como comen las que hay ahí. Y la verdad que había millones de piedras y parecían comer las mismas, pero no, era una ilusión. Unas hierbas muy escasas, apenas visible, habían entre piedra y piedra.
Bajamos casi sin ganas pero, tan pronto tomamos contacto con el aire matutino, todo cambió. Un poco de mate amargo -que unas argentinas, de la provincia de Formosa, llevaron consigo- nos despabiló, finalmente. Las imágenes que logramos fueron excelentes, nada parecido hasta ese día. Pero eso es poco decir con respecto a lo que una vez con los pies en la tierra ocurrió. Es decir, bajar… habíamos bajado, pero el despertar fue lento.
El contacto con tanta belleza, con esas nubes al alcance de la mano, parecía irreal. Cada color, cada textura era sumamente disfrutable. Sí, lo interesante es que nosotros, los de ese grupo, nos sentíamos dispuestos a disfrutar. Mas, nos costó más de mil bolivianos, asimilar aquellos rayos de luces que partiendo tras las nubes se depositaban sobre el árido suelo que se extendía a todo lo largo y ancho de nuestra experiencia sensible visual. No podía ser, sin embargo, era simplemente hermoso. Por otro lado, algo no estaba del todo comprensible. Aquella luz era parecida a cualquier rayo de luz, pero tenía una suerte de cosa rara, extraña, difícil de explicar con palabras.
Uno de los jóvenes del grupo lo expuso así: “El sol ilumina a algunas rocas y luego se desvanece. Incide sobre algunas porciones del terreno y se va. Como quien alumbra con una linterna una porción de superficie, pero no cualquiera, una superficie determinada, una y otra vez, como resaltando el lugar”. La zona estaba a poca distancia, sin ser posible precisar a cuánto. Cerca sí, pero indeterminable, a simple vista. Los rayos partían de una nube que parecía no moverse, a pesar del escaso viento en superficie. Pero esta superficie sobre la que posábamos los pies estaba a tanta altura como suele estar alguna nube, cualquiera. Y cual señal del tipo de las de clave morse aquella luz comenzó a titilar, a encenderse y apagarse. El haz de luz aparecía y desaparecía, con un ritmo, con una frecuencia que no medimos, pero era rápido primero y lento después. Todo duró unos diez minutos. No más.
Las fotografías no se hicieron esperar y realizamos el registro pertinente, pero el viaje debía continuar. No fue posible chequear las imágenes enseguida. Sólo en la paz de la noche recordamos aquellas porciones de luz, su ritmo. Alguien propuso que eran una suerte de señal. Pero la pregunta que surgió entonces fue: ¿Quién emitía la señal? A lo que seguían preguntas como: ¿con qué fin?; ¿Por qué nosotros y no otros podíamos ver esa suerte de señal?
Las preguntas aún hoy, tres años después, siguen sin respuestas. Con el grupo observamos varias veces las imágenes fijas. Nadie pudo filmar aquellos haces de luz. Si bien encendieron sus cámaras, no pudieron filmar. Ninguno. Hicimos revisiones cruzadas de los aparatos y nada. Algo pasó aquel día y no nos pareció prudente compartirlas con el servicio de vigilancia estatal…




Pedro Buda


Mis libros en Escritores.org

Captura de pantalla 

Captura de pantalla

Mis libros también aparecen en Escritores.org en Espacio de Promoción - Libros, dentro del género Literatura y novela. 

La mayoría de mis libros pueden descargarse en formato .pdf desde la plataforma de Bubok
Con la publicación de "Cosas curiosas en los caminos de las cumbres" llevo publicados en Bubok siete libros de cuentos. Desde el primero que publiqué mi primer libro de cuentos en 2011 pasaron varios años y sigo sintiendo que es posible seguir escribiendo mis ficciones, mis cuentos, mis relatos con un gran gusto por la actividad, por el placer de escribir y compartir. 

Los cuentos sueltos pueden leerse en Opulix, tus relatos...


jueves, 13 de febrero de 2020

Cosas curiosas en los caminos de las cumbres




Cosas curiosas en los caminos de las cumbres es el título de mi reciente publicación en Bubok.

 Cosas curiosas se ven por los caminos de las cumbres bolivianas. Eso dicen algunos que han recorrido sus sinuosos caminos entre montañas y valles. Los relatos que aquí se presentan son un puñado de historias que nos quieren ilustrar sobre sonidos que quizás no creemos deban escucharse, pero que oímos, incómodos silencios, extraños cementerios de humanos y de trenes, ubicados a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, donde precisamente es la altura la que provoca ese malestar conocido como “mal de altura”.

Historias de desapariciones de personas tragadas por la tierra o de apariciones de fantasmales seres en cementerios ubicados a la par de las nubes. Percepción de extraños objetos en movimientos y su desintegración instantánea son sólo algunas de las cosas extrañas que se ven y escuchan en los caminos de las cumbres.

Este libro reúne nueve cuentos cortos que tiene como común denominador al camino. Más que sus personajes que dan vida al relato es el propio camino quien los mantiene unidos a esos seres. Ellos salen buscando una aventura y se hallan a sí mismos experimentando los límites a cada paso del sinuoso derrotero por las cumbres, entre cielo y tierra, las mismísimas nubes cobijan sus sueños y sus creencias, sus ideas de lo real e irreal.


Los relatos fueron escritos entre el mes de enero y febrero de 2020.  

Este libro está dedicado a: Adriana, Bety, Carol, Mónica, Pedro, Silvia, Lily, Larissa, Magvz, Ana Lía, Daniel, Tony, Fernando, Sofía, Luis, Carmen, Javier, Pati, Gonzalo, JG, Guido, Rodrigo, Jessica, Evelyn y otros que no aparecen aquí, como los choferes y otras pero que son parte de una treintena de personas maravillosas con quienes compartí un hermoso viaje donde la sal, el frió, los volcanes, las vicuñas y las llamas nos permitieron conocer algo de lo que el país andino tiene para ofrecer. Su riqueza oculta está bajo su superficie que brilla con el sol y titila al son de las estrellas; pero también en su gente que peregrina por esos territorios a gran altura.

Agradezco a Silvia, mi hermana, por creer en mí, por estar a mi lado en esto de la escritura. El libro comenzó a gestarse en nuestra tierra natal, Formosa y se terminó en Montevideo, Uruguay. Tan largo es el camino a veces, pero paso a paso, las huellas van creando un camino  y ese nos permite comunicarnos, mucho más de lo que creemos, y con más seres de lo que podamos tener conciencia. 

Este libro puede descargarse gratis de la plataforma de Bubok Argentina, Bubok Colombia, Bubok España, Bubok Mexico

Más información sobre el libro en mi blog Universo Creativo de Pedro Buda. 

lunes, 27 de enero de 2020

Viaje inconcluso



Hace un tiempo atrás, apenas a fines de 2019 me plantearon hacer un viaje. El destino era un lugar al que soñé llegar hace algunos años atrás. Todo parecía ir bien. Los preparativos, los detalles y hasta el viaje; pero entre el mal de altura y las vueltas de la vida, ese viaje quedó sin concluirse. A pocos días de iniciada la aventura, abortamos la misión. Y quizás haya mil maneras de entender o explicar, pero nada me convence. Sin embargo, la vida es así. De hecho hay un dicho que lo expresa claro: "El hombre propone y Dios dispone".  En fin. Me acostumbre, de tanto proponerme cosas que después no salieron, a que entre los sueños y la realidad que sucede hay un trecho. A veces, tanto deseo, tanta polenta no conlleva a un destino soñado, sino a algo diferente. Que puede ser peor, mejor y hasta extraordinario. De hecho, muchas de mis huellas se fueron dando en esas encrucijadas de los caminos, entre esos sueños y esas realidades en que se iban transformando. 
       Hoy dejo estas huellas porque es parte de la aventura de vivir. De mis más grandes desventuras surgieron textos de los que estoy orgulloso. Así que... sean los textos que deban ser. De hecho. Producto de este viaje surgieron hasta el presente, 27 de enero de 2020, unos tres cuentos. Por ende, no hay nada que no pueda utilizarse para crear el próximo texto. Mi vida es eso: escribir. Aunque ese escribir no me reporte "DINERO". Lo digo porque demasiada gente asocia a la felicidad con el tener dinero, al logro de  dinero con el estar o sentirse bien, en fin, son posturas. No es la mía. 
      La vida tiene esas cosas, es un camino en el cual vamos aprendiendo, vamos construyendo, vamos armando nuestro propio mapa, paso a paso. De nada estamos seguros, pero si vivimos a pleno, cada paso, cada día, valdrá la pena llegar al último paso de nuestras vidas. Vivir plenamente todos los días es la manera. 
       Me han llamado testarudo, orgulloso, y qué se yo, pero lucho cada día por lo que creo. Trato de ser consecuente con mis ideas, con mis pensamientos. Pero somos humanos, y como tales contradictorios, pero cuidado, es mejor seguir ciertos ideales, ciertas premisas a no tener rumbo, a no tener norte, a no creer en uno mismo. Mis publicaciones, mis libros, cada uno de los cuentos publicados y de los no publicados, es un sueño, es un producto, es una tarea, es un poco de esfuerzo en pos de lo mismo, expresar, mostrar eso que veo, siento, observo en mi mundo circundante, pues cada ficción se nutre, sin lugar a dudas, de los paisajes que me rodean. Y esas cosas tienen valor para mi. Cada cual hace su camino. Está el ingeniero, el albañil, el comerciante, el militar, el mendigo. Todos venimos a construir nuestros caminos, cada cual a su manera. No todo puede medirse por el dinero. La vida puede durar un instante, o casi una eternidad, pero creo, firmemente creo, que cada vida deja su huella en este mundo. El viaje puede estar inconcluso; pero cada paso que damos nos lleva a aprender algo más, conocer algo más, conocerse un poco más, compartir un poco más. 
       El dinero ayuda, claro que sí, porque de hecho, la mujer que hoy pedía dinero para comprar pan o leche en la esquina, lo precisa para sostener su organismo con vida. Todos precisamos la moneda para sustentarnos. Pero no puede ser lo más importante, ni lo único importante. Todo dinero sirve, es claro, pero sin motivaciones de toda clase, el dinero se vuelve vacío. Los logros materiales se vuelven vacíos de contenido. Dejan de ser importantes. 
      El sueño de muchos es tener mucho metal, muchas monedas, y van en pos del mismo, en el camino olvidan compartir con sus seres queridos, olvidan agradecer, olvidan sentarse y conversar, olvidan el hacerse tiempo para vivir. 
       Quizás, y sólo digo quizás, este camino inconcluso, es un camino para aprender algo, para disfrutar de algo, más allá de lo vivido, creo que hay cosas que aún no logro ver, pero que sé, irán surgiendo con el paso cierto del tiempo. Pero lo vivido fue intenso, vibrante, pleno de aventura, gratificante aunque cansador. 
           Parte de lo interesante fue el conjunto de notas que tomé mientras viajamos, las imágenes que registré, los momentos que compartí con la gente del grupo de viaje, con mi hermana. Fue un compartir con mi hermana como nunca antes lo había hecho. Eso en sí mismo fue muy bello, muy gratificante y placentero. Nunca antes habíamos tenido la oportunidad de compartir tanto. Hubo mucho que aprendimos, que compartimos, que decidimos. Y eso me resulta, por demás interesante. 
          Pregunto, entonces, cómo sé que el viaje fue inconcluso, quizás llegamos al destino que teníamos que llegar, no al que nos propusimos. 
              Finalmente, sin más vueltas, me despido estimados cybernautas, diciendo que entre tantas vueltas antes del viaje y ahora que terminó, en mi cabeza está presente Nestor García Canclini, en sus textos sobre hibridación, mensajes, culturas híbridas. Creo que profundizar mi lectura de los textos del autor me llevará a desentramar este camino que recorrí y recorro, donde vi culturas conviviendo, compartiendo el mismo espacio sociocultural, dando, creo yo, significados distintos, o similares a las experiencias cotidianas. Como lo que pude, apenas de reojo, notar al ingresar a un templo en la  ciudad de La Paz. 

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