martes, 25 de noviembre de 2014

Nuestras Huellas en la Era Digital

Estimados cybernautas los invito a conocer un nuevo proyecto de comunicación que está en sus inicios y desea recibirlos para compartir algunas notas periodísticas, entrevistas, reportajes, y otras formas de comunicación periodística de producción propia o de invitados. El blog tiene por nombre Nuestras Huellas en la Era Digital 









jueves, 20 de noviembre de 2014

Una nota y una entrevista en Huellas de Pedro buda - Comunicador

Puedes leer la nota y la entrevista en mi otro blog Huellas de Pedro Buda - Comunicador o en la página de este blog Mis notas periodísticas en otros medios 




*Estimados cybernautas, les comunico que estas notas también pueden leerse en el  blog 

martes, 18 de noviembre de 2014

Será como volver a ver… el sol naciente

Felizberto Fernández es el nombre del Comisario, ahora retirado. A sus casi setenta años, cansado de la rutina del no hacer, que le impone la jubilación a cualquiera, anduvo en los últimos meses medio dormido, bajo la luz de las tardecitas. Pero su cabeza inquieta lo detuvo, en seco, la centésima novena tarde. Justo cuando cruzaba el umbral de su casa la jovencita de cabellos negros y ojos claros, con sus apretados vaqueros, muy gastados. Ella pasó y solicitó hablarle. Él se paró, miró a los costados y luego, como quien se despierta de un largo sueño, se rascó la cabeza, intentando comprender.
Los días habían pasado lentos, muy lentos, en los últimos tiempos. Se sentía morir, cada tarde, cuando el sol se escondía tras la serranía. Subía al coche, buscaba a su mujer que volvía de visitar a los nietos -mientras él examinaba qué hacer para no sentirse un viejo inútil, que no lo era. La jubilación lo tomó desprevenido, la mañana que se presentó como de costumbre, en la Comisaría, y recibió la noticia. “Fue como un balazo en el medio del corazón”, según lo señaló, un día, comentando lo sucedido a un viejo amigo.  
Lo sucedido aquella tarde, que la joven de los vaqueros gastados cruzó el umbral, le devolvió la vida. No porque haya muerto, pero sí estaba en franco proceso de deterioro. Sus preocupaciones habíanse limitado a dar de comer a los gatos y a los perros vagabundos que paraban en su puerta, a realizar los mandados… Dejó de comprar el diario y se sumió en la contemplación de la tarde, muriendo casi, en cada final de día. Pero eso cambió, esa precisa tarde. La joven lo miró fijo a los ojos. “Vos no sabés quien soy yo, pero te conozco, como de toda la vida”- le dijo.
Él pensó que la joven tenía la edad como parar ser su hija, pero si de algo estaba seguro era que nunca le fue infiel a su mujer. No porque no tuviese oportunidad, sino por pura convicción.  Entonces, se preguntó, tan velozmente, e indagó en cada rincón posible de sus recuerdos y casi no halló respuesta. Sin embargo, el rostro de la joven, por algún motivo, le resultaba familiar. ¿Quién era? Pensó y pensó, mientras ella miraba en su mochila y buscaba, como él en sus recuerdos, algo. Al fin, él vio en su sonrisa, la punta del iceberg, que se mostró en su total plenitud, cuando ella le reveló la foto de su madre, la cual estaba en medio de su billetera.  
− Mi madre era Azucena…
− La recuerdo, ella…
− Te brindaba información de ciertas personas y lugares. Todo me lo contó en mi adolescencia.
− Pero… ¿cómo…?
− Ella dejó de ejercer… dejó las calles y se casó con mi padre, un antiguo almacenero que estaba enamorado de ella. Y nací yo. Nunca supe de su vida en las calles, hasta que un día ella sintió la necesidad de contarme todo, antes de que alguien más lo hiciera. Yo era adolescente y fue muy duro, sin embargo, la forma en que me lo contó, sumado a que mi padre confirmó la historia y me hablaron de su gran amor, me hizo aceptar las cosas como un cuento de hadas. Pero también me confesó que trabajó contigo, brindándote información, de que le ayudaste y la defendiste en mil oportunidades.
− Apenas un par de veces, sólo un par. Azucena, sabía cuidarse. Por eso la respeté siempre y pude confiar en ella para trabajar juntos. 
− Ella me contó que eras una buena persona y si algún día tenía problemas, acudiera a ti. Por eso vine…
− ¿Y cómo me encontraste?
− Siempre supo donde vivías…
− ¿Cómo?...
− Un compañero tuyo pasaba, a veces, por el almacén y ella preguntaba, discretamente.
− Entiendo…
− ¿Y, entonces, qué te trae por aquí? En ese momento, el sol que estaba oculto por unas nubes, volvió a encenderse. Iluminó la calle y dejó ver mejor el rostro de la joven. Innegable, era la hija de Azucena.

Estrella, la esposa de Felizberto, la tarde en cuestión, se volvió sola en ómnibus, pues tenía que hacer unas diligencias en el barrio. Su nombre le había sido puesto porque sus padres, al momento de tener su madre las primeras contracciones, vieron una estrella fugaz. Pero si algo decía de su persona su nombre, era respecto de la velocidad para andar, para tomar decisiones, para perderse en un pensamiento. Y al verlo a su Felizberto en presencia de una hermosa joven, las ideas salieron disparadas ágilmente, al punto que no saludó al entrar ni al salir -con otra ropa-, cinco minutos después.
Felizberto notó enseguida la cara de su mujer, sin embargo, la dejó ir, sabía que minutos después se le pasaría y se sentiría avergonzada de su conducta, de su celos, de su reprochable falta de confianza en sí misma, y le devolvería la sonrisa, como de costumbre. Así era ella y así su conducta; pero también así era como él la quería, pues llevaban cuarenta años compartiendo el mismo techo, la misma cama, el mismo ritual.
Nadia -que es el nombre de la hija de Azucena- sintió el viento, el movimiento del huracán que salió apenas entró, pero no dijo nada. Se limitó a exponer las razones de su visita. Hizo una concisa y, a la vez, muy precisa declaración de los hechos, según tenía conocimiento, y expuso sus certezas y sus dudas. Era un caso para detectives, pero ella estaba dispuesta a pagar el precio adecuado, para que él se hiciera cargo de los pormenores de dicha investigación.
Felizberto le dijo: “Nada tienes que pagar… no trabajo más, no puedo cobrar por ayudarte. Será un placer dedicarle tiempo a una investigación privada, incluso aún conservo el contacto con mis ex colegas, por lo que, seguramente, en poco tiempo podré informarte de los avances. Ahora, déjame un número telefónico, un par de datos más y yo te buscaré. Será como volver  a ver… el sol naciente”.
Pedro Buda 2012


sábado, 15 de noviembre de 2014

El cuarto de Francisca en Palabras Diversas

El cuento “El cuarto de Francisca fue publicado en la revista Palabras Diversas en su número 50, en la sección LA PROSA QUE NO CESA. 


Participo en el número 50 de la revista junto a un medio centenar de escritores de habla hispana.
Recomiendo visitar el sitio de la revista y conocer a tantos escritores de tan diversos orígenes. Particularmente pude leer en la sección LA PROSA QUE NO CESA el cuento “Funcionó” de Andrés Pascua Cano y también “El escritor” de Elena Ortiz Muñiz que me conmovió y del cual rescato mucho, muchísimo. Logra, éste último,  lo que creo que muchos textos de ficción hacen: decir más sobre la vida y sus realidades que los propios informes periodísticos.  
El primer cuento mencionado creo que, entre líneas, nos lleva a pensar sobre "la verdad" que comunican los medios; sobre la punta de la madeja de acontecimientos que realmente pasan y -de los cuales- poco sabemos.  


martes, 28 de octubre de 2014

2618 líneas



Necesito dejar unas huellas más aquí o más allá de la inseparable línea rectilínea que nos separa, que nos une. Sí, esa línea que nos une y que está ahí en su forma, a veces muda; a veces ruidosa en el aparato que llamamos “monitor”, en las salas de Cuidados Intensivos de cualquier centro asistencial moderno que conocemos como hospital o sanatorio. 
Un lub dub surge espontáneo en un momento de la creación y ya nunca vuelve a detenerse sino hasta el final del juego.
Surgen estas formas de líneas y se unen a otras. Son un simple, o complejo, producto de otras líneas que creemos son los registros de lo que llamamos energía vital, expresiones de vida. ¿O unas y otras son productos de una forma más sutil de existencia que no desciframos aún y que, entonces, nos valemos de estas líneas, del lub dub, de éstas que surgen tras apretar mis yemas contra el teclado para darle cabida en esto que llamamos pensamiento?
2618 líneas-signos son necesarias para decir, para interpretar, para contar o para describir ese mundo que habita en el espacio virtual que creamos tú “lector-creador” y yo “creador-comunicador”.  Nuestro mundo lo habitamos juntos, como dos seres que se miran a través de un espejo que tiene aspecto de transparente cristal. Ese espacio donde nos vemos y reconocemos, entendemos y creamos nuestro contexto a medida, tejiendo con paciencia o no, el ambiente sonoro, el clima adecuado, la atmósfera apropiada para que el personaje se deslice y cumpla su cometido, es decir, acometer la acción. En otras palabras: “vivir”.
El calor se siente en la espalda desnuda que toca el respaldo de la silla o en el rostro que siente el deslizamiento de la gota de sudor que baja desde la frente y llega a las mejillas, se detiene y tras menearse durante un tiempo, el que tú o yo, o el que tú y yo convengamos –estimado cómplice de esta co-creación. Ésta que acaba de germinar, tomar forma y quizás, como otras manifestaciones de eso que llamamos vida, nos deje mudos al tomar sus propias decisiones y decida, seguir sus propios pasos, sin que tú o yo, podamos impedirlo. Porque es menester saber que llega un punto en que, ese tiempo llega. Tú y yo lo sabemos. Tú “lector-creador” y yo “creador-comunicador” nos damos cuenta que aquella complicidad que nos llevó a dar ciertos pasos juntos y darle forma a esto que llamamos una historia co-creada, una vida, se escapa y es continuada por otro lector-creador y quién sabe, quizás también otro creador-comunicador, imposible saber, detener esa manifestación que ¿quién sabe dónde se inició? Quizás en un punto que es, según dicen, una intersección de rectilíneas.


Pedro Buda 

jueves, 23 de octubre de 2014

Sitios que se cierran

Siento informar que el sitio publice.com  dejará de estar disponible en la red. Varios de mis cuentos fueron publicados en esa red social.
En publice.com conocí a varios escritores interesantes, que no hubiese conocido de no ser por el sitio. Gente que escribe cuentos o poesías muy interesantes, gente con una forma de llegar increíble y que sólo los leí en ese sitio.
Como dice su última entrada "Hasta luego"
Tiempo atrás también dejó de estar en la red el sitio "La Pluma Afilada" donde también pude publicar una serie importante de cuentos en una columna ofrecida por su creador y administrador, el comunicador español Gallardo. Aún hoy, en otro de sus sitios, sigue promocionando mi novela "Buscando... las llaves, las rutas".
Realmente es un aporte interesante que personas como ellos promuevan a nuevos escritores, a creadores que desean dar a conocer sus trabajos.
Gracias, muchas gracias a estas personas emprendedoras.

 



martes, 7 de octubre de 2014

ESPERANZA


Esperanza es el nombre del coro fundado y dirigido por la profesora Teresita Pizzorno hace casi 30 años. De hecho, en Abril de 2015 los celebrarán con la actuación de sus actuales integrantes. Algunos de ellos vienen desde los primeros ensayos trabajando para que cada actuación sea un disfrute para los concurrentes a los eventos en que participa el coro.
Sobre las actuaciones del Coro Esperanza, sus inicios y un montón de pequeñas anécdotas trata el libro que estoy elaborando. Un adelanto de la misma es la entrevista mantenida con la directora del coro, la señora Teresita Pizzorno, que fue publicada en su blog: cantaresvivir.

Desde ya gracias a los integrantes del coro que amablemente cedieron parte de su tiempo para la realización de las primeras entrevistas: Elma Yolanda Pedroso, Irma Da Silva, Julio César Pieri, Nelson Daniel Martínez y Delia Etchepare.



Presentación del coro el 4 de Octubre –
Coral Guarda E’ Passa (Miguelete 1975) – 
Encuentro de Coros
 

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