En
plena tarde, con un mundo de gente circulando por las calles y veredas, donde
todos andan rápido, a los gritos y haciendo señas y gestos agraviantes, que
alguien hable por teléfono no llama, para nada, la atención. Pero… hay excepciones
a la regla.
Mientras los niños salían de la escuela
pública, con sus moñas características a medio camino entre el prolijo nudo y
totalmente sueltas, vi al padre de uno de ellos tomar su teléfono y contestar.
Vestía ropa formal, traje negro, corbata
y zapatos con cordones. Un típico hombre de oficina, de los que siempre están
-o buscan mostrarse como- ocupados. Tomó el teléfono celular mientras
acariciaba a su hijo que se despedía de la maestra, a quien saludó con la mano
en alto y haciendo un gesto de aprobación con el pulgar.
El hombre, traje negro, caminó unos
pasos hacia la salida mientras su hijo se detuvo a jugar con los compañeros, a
quienes sus padres aún no los habían venido a buscar y esperaban en el patio de
la escuela. Entre feliz y sorprendido escuchaba atentamente lo que alguien, del
otro lado de la línea, le decía.
El hijo del hombre del traje negro
siguió jugando, correteando por el patio, donde el busto del héroe nacional
mantenía su mirada fija, atenta y vigilante.
El padre del niño, un hombre joven, comenzó a
dirigir sus pasos a la entrada del templo de la parroquia aledaña, que en esas
horas dejaba oír las campanadas de invitación a la celebración de la misa
diaria vespertina. Pareció titubear en el vano del ingreso al edificio de la iglesia.
Finalmente, ingresó, y lo hizo con el celular encendido, funcionando mientras
seguía con atención algo que le decían; al tiempo que se tapaba la boca con la
mano como para disminuir el volumen de sus propias palabras. Su mirada se
elevaba al cenit o hacia el interior de la edificación en un movimiento
pendular. Esto duró por espacio de unos interminables cinco minutos.
Miró al interior, se persignó, lo volvió
a hacer y se rascó la cabeza mientras cabizbajo se dirigió a buscar a su hijo.
Fue claro para mí lo que ocurría. El
hombre había recibido una llamada urgente… de arriba. El cielo tiene muchos
medios, y se adecua al desarrollo de su creación pues conoce mucho más de lo
que el hombre ha llegado a descubrir. ¿Por qué el cielo no usaría celulares
para comunicarse de ser necesario?
Identificador: 1510285635105
Fecha de registro: 28-oct-2015 2:40 UTC
Fecha de registro: 28-oct-2015 2:40 UTC
Walter H. Rotela
Pedro Buda