sábado, 4 de marzo de 2017

Dios lo bendiga hermano

Obra de Hugo Nantes expuesta en San José - Uruguay
Imagen capturada por el autor del blog.

Días atrás, un hombre joven, con problemas psiquiátricos, que oficia de saca coches, o, mal llamado 'cuida coches' agradeció por las monedas recibidas con una suerte de oraciones: "...para todo hace falta plata; todo dinero es una bendición; cualquier moneda ayuda..." Terminó, como lo hace habitualmente, con esta frase: "Dios lo bendiga hermano".
El encuentro con Juan, el saca coches, me llevó a pensar en las ideas que exponía en sus oraciones, en esa suerte de rezo que repite, una y otra vez, esté frente a alguien o solo. Todo hombre necesita trabajar, de una manera u otra para obtener los recursos para su subsistencia. Y entonces, si este hombre con dificultades en el habla, con problemas motrices leves y con un tic pronunciado busca recursos como muchos otros que viven en las calles, los sin techo, ¿cuánto más podrían hacer las personas privadas de libertad y que gocen de relativa buena salud?
Se sumó, para mis cavilaciones, el visionado de una película brasilera sobre la vida de una psiquiatra. El film mostraba la experiencia desarrollada en un centro de salud psiquiátrico brasilero por esta doctora, donde se estimulaba la creatividad, la actividad, se propiciaba el desarrollo de tareas creativas por parte de los pacientes, a quien se los llamaba 'clientes', reservándose el término 'pacientes' para los funcionarios que trataban con ellos. Pues, esta médico consideraba que debían tener mucha paciencia para poder propiciar alternativas en el tratamiento de la salud de los internos, darles oportunidad de ocupar su tiempo libre, de sentirse útiles. Ello contribuyó, con el tiempo, a crear unas mejores condiciones en la calidad de vida de los internos y su entorno.
Por otra parte, conocí por intermedio de un vecino y medios periodísticos, la experiencia desarrollada por un gobernante de EE. UU. quien llevaba adelante una cárcel modelo, donde los internos trabajan parte del día, reciben buena alimentación y hasta tienen acceso a ciertos canales de televisión por cable. Etas personas ocupan su tiempo libre en parte trabajando -con lo que devuelven parte de los daños materiales causados a la sociedad-, en otros momentos del día hacen actividades recreativas o deportivas y luego el descanso. El resultado parece complacer a todas las partes, al menos más que los sistemas tradicionales.   
Lo hasta aquí expuesto parece lindo... Pero llevarlo a la práctica implica, necesariamente, un cambio de mentalidad. Se necesita otra mirada, el tomar distancia de lo que se está haciendo y observar lo que otros países emprenden, quizás aisladamente. Es decir, no es que se lleven adelante estas experiencias en algún país en todas sus instituciones... ¡No! Se dan casos aislados y conllevan mucha resistencia. Y sí, implica ver al otro como un ser igual, con sus matices; pero igual. Un ser con potencialidad para superarse. Esto lleva a cambiar o modificar paradigmas, pararse de otro modo y llegara una nueva cosmovisión que permita operar los cambios necesarios para crear infraestructuras y condiciones para sostener un plan, educación adecuada a una nueva visión del asunto para la sociedad toda y en particular para las personas que  actuarán directamente en las tareas. Es decir, buscar herramientas para que las personas puedan realmente superarse a sí mismas, y no caer más profundo en los estados de depresión, abandono y empobrecimiento a lo que se llega con los sistemas así concebidos como están. Donde cárceles y psiquiátricos son depósitos y no centros de rehabilitación.
Sé que no es tarea fácil pero, si las personas recluidas o las que viven en situación de calle acceden a más recursos para saltar el casillero en el que están, quizás se escuche con más frecuencia la frase expuesta por Juan: "Dios lo bendiga hermano".
       Visto lo anterior queda pendiente alguna que otra pregunta: ¿Estamos –como sociedad y como individuos- conscientes de estos temas?; ¿Aparecen estas cuestiones expuestas o desarrolladas, o al menos insinuadas, en los grandes medios de comunicación?; ¿Existen propuestas, proyectos, estudios que lleven adelante los representantes del pueblo, de los ciudadanos en las cámaras de diputados o senadores?   
Si aceptamos que algunos datos numéricos, algunas informaciones estadísticas son indicadores de que las cárceles están con más población de la adecuada; si aceptamos que las condiciones en que viven los pacientes psiquiátricos o los clientes del sistema de salud psiquiátrica no son las mejores, como lo denuncian una y otra vez los funcionarios que allí trabajan ¿no será hora de buscar alternativas para mejorar la situación de todos? No ya la de los internos en esos centros, sino de la ciudadanía toda, puesto que la salud de unos implica beneficios para todos. Y si vemos con más amplitud y humildad, lo cierto es que quizás nadie está libre de llegar a esos centros, sean por los motivos que sean.

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Atte. Pedro Buda

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